Las leucemias son cánceres de la sangre que suelen originarse en formas
tempranas de glóbulos blancos, pero algunas comienzan en otros tipos de células
sanguíneas. Se clasifican en agudas (crecimiento rápido) o crónicas
(crecimiento más lento) y si se inician en células mieloides o linfoides.
Aunque no son prevenibles, como sucede con alrededor de un tercio de los
casos de cáncer, comparten muchos aspectos, como la importancia de su detección
a tiempo y del acceso al tratamiento más indicado para cada tipo y estadio de
enfermedad.
La leucemia mieloide aguda se inicia en la médula ósea (la parte blanda
del interior de ciertos huesos, donde se producen las nuevas células
sanguíneas), pero suele pasar rápidamente a la sangre y a veces se propaga a
los ganglios linfáticos, el hígado, el bazo, el sistema nervioso central (el
cerebro y la médula espinal) y los testículos.
El Día Mundial de la Leucemia
Mieloide Aguda se
conmemora el 21 de abril, en ese marco, la Asociación Leucemia Mieloide
Argentina (ALMA) destacó que esta enfermedad representa una emergencia médica
que debe ser atendida cuanto antes, porque progresa rápidamente. Con
quimioterapia intensiva o trasplante de médula ósea, el 40% de los menores de
60 años que desarrollan leucemia mieloide aguda (LMA) se podría curar, aunque
el pronóstico va empeorando en los casos que superan esa edad.
Recientemente, durante la Conferencia de la Red Nacional e Integral
sobre Cáncer de los Estados Unidos (NCCN 2022), se dio a conocer un estudio con
datos contundentes: los casos de leucemia mieloide aguda crecieron 35% en
hombres y 8% en mujeres entre 2000 y 2019 en las Américas, Europa, África, el
Sudeste Asiático y las regiones del Mediterráneo Oeste y el Pacífico Oeste.
Esto significa más de 16 millones de diagnósticos en el mundo y casi 9 millones
de muertes.
Si bien el estudio no exploró las razones que explican ese incremento,
especialistas argumentaron que podría atribuirse al menos en parte a las
mejoras en el diagnóstico y registro de esta enfermedad.
«Estos hallazgos permiten dimensionar el impacto de esta compleja
enfermedad, que se desata rápidamente y no admite demoras. Cada hora cuenta
ante el diagnóstico de esta leucemia. Por eso insistimos en que se pueda
acceder al tratamiento que corresponda sin dilaciones ni obstáculos, es
indispensable que las políticas de acceso por parte de los financiadores del
sistema de salud acompañen el ritmo de la innovación científica», señaló
Fernando Piotrowski, director ejecutivo de la Asociación ALMA.
Señales
de alerta
Los más frecuentes son: falta de aire, aparición de
moretones, fiebre, debilidad y propensión a infecciones. Como son
inespecíficos, no ayudan a despertar rápidamente una sospecha y esta enfermedad
progresa tan rápidamente que cada día que pasa hasta su diagnóstico es crítico.
«Para muchos tipos de cáncer, la detección temprana ofrece un mejor
pronóstico, por eso se recomienda la realización de mamografías, colonoscopías
y controles prostáticos, por mencionar algunos», detalló la Dra. María Marta
Rivas, médica hematóloga y jefa del servicio de Hematología del Hospital
Universitario Austral.
Esto es diferente en el caso de la leucemia mieloide aguda, «por cómo se
desarrolla, no existen estudios útiles para descubrirla en estadios tempranos,
entonces la mejor manera de encontrarla es no demorando la visita médica ante
alguno de estos síntomas que llame la atención», amplió la Dra. Rivas.
La leucemia no es una enfermedad hereditaria ni contagiosa, si bien
determinados factores incrementan el riesgo de desarrollarla. Estos son edad
avanzada (aunque puede aparecer a cualquier edad), género (es más frecuente en
hombres), la exposición a radiación, químicos y solventes industriales, haber
recibido quimioterapias o radioterapias previas, fumar, haber tenido
enfermedades de la sangre como síndromes mielodisplásicos y determinados
desórdenes genéticos de nacimiento.
«Presentar cualquiera de estos factores no significa que una persona
vaya a desarrollar esta leucemia. De hecho, con frecuencia los diagnósticos no
se explican por ninguno de estos aspectos y la enfermedad se desarrolla sin
causa aparente», aclaró la Dra. Rivas.
Los tratamientos para esta enfermedad son la quimioterapia intensiva y
el trasplante de médula ósea, aunque las tasas de curación son más bajas que en
otras enfermedades oncológicas y oncohematológicas.
Además, quienes por su edad o estado de salud tienen contraindicada la
quimioterapia, tienen otra opción: el uso combinado de dos drogas, que están
aprobadas y disponibles en Argentina, demostró reducir el riesgo de muerte un 34%
e incrementar la sobrevida un 50% más que si solo se usa una de ellas (14,7
meses contra 9.6). Usándolas juntas, mejoran las tasas de remisión completa y
los pacientes viven más. BP
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