Urbi et orbi, palabras que en latín significan “a la ciudad [Roma] y al
mundo”. Eran la fórmula habitual con la que empezaban las proclamas del Imperio
Romano. En la actualidad es la bendición más solemne que imparte el Papa, y
sólo él, dirigida a la ciudad de Roma y al mundo entero.
La bendición Urbi et orbi se imparte durante el año siempre
en dos fechas: el Domingo de Pascua y el día de Navidad, 25 de diciembre. Se
hace desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, llamado por eso
Balcón de las bendiciones, adornado con cortinas y colgantes, y con el trono
del Papa colocado allí, y para ella el Papa suele revestirse con ornamentos
solemnes (mitra, báculo, estola y capa pluvial) y va precedido de cruz procesional
y acompañado de cardenales-diáconos y ceremonieros. También es impartida por el
Papa el día de su elección; es decir, al final del cónclave, en el momento en
que se presenta ante Roma y el mundo como nuevo sucesor de San Pedro.
La característica fundamental de esta bendición para los
fieles católicos es que otorga la remisión por las penas debidas por pecados ya
perdonados, es decir, confiere una indulgencia plenaria bajo las condiciones
determinadas por el Derecho Canónico (haber confesado y comulgado, y no haber
caído en pecado mortal). La culpa por el pecado es remitida por el Sacramento
de la Reconciliación (confesión), de manera que la persona vuelve a estar en
gracia de Dios, por lo cual se salvará si no vuelve a caer en pecado mortal;
empero, la pena debida por esos mismos pecados debe ser satisfecha, es decir,
se debe reparar y compensar el desorden introducido por el pecado, lo cual se
lleva a efecto por medio de la penitencia impuesta en el sacramento, por medio
de otras obras buenas y, en último caso, por medio del sufrimiento del
Purgatorio. Dado que la indulgencia plenaria remite completamente esa pena
debida, el fallecido sin haber caído nuevamente en pecado no ha de pasar por el
purgatorio y accede directamente al cielo. De acuerdo a las creencias de los
fieles, los efectos de la bendición Urbi et orbi se cumplen para toda aquella
persona que la reciba con fe y devoción, incluso si la recibe a través de los
medios de comunicación de masas (televisión, radio, internet, etc.).
Fórmula de la
bendición papal Urbi et orbi
“Los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, de cuyo poder y
autoridad estamos seguros, pueden interceder para nosotros al Señor”.
Todos: “Amén”
“Por a las oraciones de siempre Virgen María bendecida,
bendecido Miguel el Arcángel, bendecido Juan el Bautista, y los apóstoles
santos Pedro y Pablo, y todos los santos: puede Dios todopoderoso tener piedad
por Usted, perdonarle sus pecados, y Jesús Cristo le puede traer a vida siempre
duradera”.
Todos: “Amén”
“El señor omnipotente y caritativo os concede legado,
distribución y perdón de todos Vuestros Pecados, un período de arrepentimiento
auténtico y fértil, un corazón siempre penitente y mejora de la vida, la piedad
y consuelo del Espíritu Santo, y la perseverancia final en buenas obras”.
Todos: “Amén”
“Y la bendición del Dios omnipotente, del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo viene en vosotros y permanece en casa en caso de
vosotros siempre”.
Todos: “Amén”
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