Sacerdote y Mártir,
30 de Enero
Martirologio Romano: En
la ciudad de Guadalajara, México, san David Galván Bermúdez, presbítero y
mártir, que durante la persecución mexicana obtuvo la corona del martirio
defendiendo la santidad del matrimonio, siendo fusilado por un soldado, sin
previo juicio (1915).
Fecha de
canonización: 21 de
mayo del 2000 por Su Santidad el Papa Juan Pablo II junto a otros 24 mártires
mexicanos.
Nació en Guadalajara
el 29 de enero de 1881; hijo de José Trinidad Galván y Mariana Bermúdez, quien
murió cuando su hijo tenía tres años de edad. Su familia era muy pobre, por lo
que ayudó a su padre en un modesto taller de zapatería.
En 1895 ingresó al
Seminario del Señor San José, mismo que abandonó después de cinco años. Durante
el tiempo que estuvo fuera, su estilo de vida descendía más y más, y al darse
cuenta de ello, a los 21 años de edad pidió ser readmitido en el
Seminario.
El prefecto general
Miguel de la Mora lo sometió durante un año a pruebas rigurosas. Poco a poco el
cambio fue evidente, ya no era agreste y altanero, por el contrario, edificaba
su aprecio y dedicación a la oración mental y su constancia en soportar la
adversidad. Las aficiones mundanas que antes le seducían, dejaron de
dominarlo.
Finalmente logró su
ordenación como presbítero a los 28 años de edad, el 20 de mayo de 1909; poco
después se le confirmó como superior del mismo Seminario.
Su gran caridad para
con los pobres y los trabajadores le hicieron organizar y ayudar al gremio de
los zapateros.
Su labor en el
Seminario, sin embargo, se vio interrumpida luego de que el Arzobispo de
Guadalajara, Francisco Orozco y Jiménez, disolvió el Seminario a raíz de la
detención de 120 clérigos.
Defensor de la
santidad del matrimonio, ayudó a una jovencita que era perseguida por el
militar Enrique Vera, negándole que contrajera nupcias porque ya estaba casado.
Esto acarreó al padre Galván la enemistad del teniente, quien se convirtió en
su verdugo.
Cuando el Padre Galván
fue nombrado Vicario de Amatitán, fue aprehendido por órdenes del capitán
Enrique Vera, antiguo condiscípulo suyo, personaje de escasa moralidad y
profundos resentimientos contra el sacerdote por el impedimento de matrimonio.
El arresto carecía de sustento, razón por la cual el Padre David recuperó su
libertad.
El sábado 30 de
enero de 1915, se registraron en la ciudad violentos enfrentamientos entre
hueste villistas y carrancistas; los presbíteros David Galván y José María
Araiza, se dispusieron a auxiliar a los moribundos y heridos. Cuando cruzaban
el jardín botánico, frente al viejo Hospital de San Miguel, fueron
interceptados por Enrique Vera, quien ordenó su arresto inmediato.
Los carrancistas del
37 Regimiento ligero de línea pusieron a los sacerdotes a disposición de las
autoridades militares; las legislaciones de Vera arrancaron, sin juicio previo,
la pena de muerte. No obstante, un oportuno indulto salvó la vida del Padre
Araiza; no corrió la misma suerte su compañero, remitido a la calle Coronel
Calderón, junto a la banda del Cementerio de Belén.
Frente al pelotón de
fusilamiento y sin perder la entereza, la víctima distribuyó los objetos de
valor que portaba. No quiso que le vendaran los ojos y frente a los encargados
de ejecutarlo, se señaló serenamente el pecho para recibir las balas; sus
últimas palabras fueron para sus verdugos: “Les perdono lo que ahora van a
hacer conmigo”.
En junio de 1922 los
restos del Padre David Galván fueron depositados en un templo en construcción,
próximo al lugar del martirio, la actual Parroquia de Nuestra Señora del
Rosario, en el barrio del Retiro.
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