Presbítero, 26 de Enero
Martirologio
Romano: En
Hong Kong, China, beato Juan Esteban Allegra, en religión Gabriel María,
presbítero de la Orden de los Hermanos Menores de San Francisco, misionero en
China, para cuyo idioma realizó la primera versión completa de las Sagradas
Escrituras († 1976).
Fecha de
beatificación: 29
de septiembre de 2012, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI.
Juan Esteban
Allegra nació en San Giovanni La Punta (Catania, Italia). Entró como
franciscano en el convento de San Biagio en Arcireale en 1918. Novicio en 1923,
tres años más tarde fue enviado al Antonianum de Roma para el estudio de la
teología. Allí tuvo la fortuna de escuchar, en 1928, una conferencia
sobre Fr. Juan de Montecorvino, franciscano, misionero en China y primer
arzobispo de Pekín, con motivo del VI centenario de su muerte. La conferencia
fue -diría él más tarde en sus “Memorias”- «como una mecha encendida
lanzada contra un polvorín», y lo convenció de que estaba llamado a ser
misionero en China. Cuando se enteró de que en China no había una traducción
católica de toda la Biblia, decidió irse allí para traducir las Sagradas
Escrituras a la lengua de Confucio. Este voto lo consignó a la Virgen
Inmaculada, hacia la que siempre tuvo un afecto filial. Ordenado sacerdote en
1930, al año siguiente fue enviado en misión a China.
Después de
haber estudiado el chino, comenzó en 1935 la traducción en chino del Antiguo
Testamento a partir del arameo, y lo terminó en 1944. Desgraciadamente, perdió
más de la mitad del texto traducido durante las vicisitudes de la guerra. En
1945 fundó en Pekín el Studium Biblicum Franciscanum, transferido a Hong Kong
en 1948.
Completó la
traducción del Antiguo Testamento en 1952 y, a partir de 1955, se dedicó a
traducir el Nuevo Testamento a partir del griego. En 1968, el Studium Biblicum
Franciscanum publicó por primera vez en la historia, la Biblia en chino
(Antiguo y Nuevo Testamento). Traducir la Biblia, de los textos originales a
lengua china, comportaba ciertamente grandes esfuerzos; basta pensar en la
necesidad de crear vocablos nuevos para expresar conceptos hasta entonces
desconocidos en la lengua y en la mentalidad china. Por eso, el mérito del P.
Allegra es extraordinario: con su traducción no escribió una teología china,
pero puso a los chinos en condiciones de escribir una teología suya; es decir,
permitió interpretar el texto de la Revelación según las categorías propias de
la experiencia y cultura del lugar.
Partiendo del
interés común por la Sagrada Escritura, el P. Allegra, con espíritu conciliar y
evangélico, dirigió su atención a los hermanos separados, iniciando con ellos
un diálogo intenso y constructivo con fines ecuménicos. En este campo dio vida
a los “seminarios bíblicos”, o reuniones de estudio, con representantes de las
varias denominaciones protestantes de Europa, América y Asia. Organizó semanas
bíblicas en Formosa, Japón y Hong Kong. Predicó retiros espirituales a los
seminaristas anglicanos. Cultivó también otros campos de intereses, en
particular el arte y la música.
A pesar de ser
un erudito insigne con una inteligencia prodigiosa, el padre Allegra siempre
fue consciente que antes que nada era sacerdote y franciscano, por lo que se le
recuerda como un hombre de oración, de caridad y de entrega a los demás. Sus
vacaciones, siempre que podía, las pasaba con los más necesitados, como en el
leprosario de Macao, donde era común verle en los días de Navidad y Pascua. Una
de sus frases más comunes era quien pudiera “imitar a los grandes misioneros y
como ellos llegar a ser un hombre de oración”.
El Padre
Allegra murió en el hospital “Canossa” (Cáritas) de Hong Kong el 26 de enero de
1976, apreciado por todos como un hombre de gran caridad y sabiduría. En 1986
su cuerpo fue trasladado a Acireale y sepultado en la iglesia del convento
franciscano de San Biagio, que pronto se convirtió en meta de
peregrinaciones. El 29 de septiembre de 2012 fue beatificado en Acireale,
en la Basílica catedral de la Anunciación de María Santísima durante el
pontificado de Benedicto XVI.
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