Entre los milagros que
llevaron a muchos a creer y que mueven a Nicodemo a hablar con Jesús está la
curación del leproso. Los evangelistas no señalan expresamente que fue en
aquellos días, y lo sitúan de un modo inconcreto en una ciudad, pero parece muy
probable que sea el Simón leproso el mismo que invitará a Jesús a comer unos
días antes de la tercera pascua en Betania. Debía ser un personaje más o menos
importante. La proximidad pudo conmover más a Nicodemo que procura enterarse
del mensaje de Jesús y de su misma persona.
“Y vino hacia Él un leproso que,
rogándole de rodillas, le decía: Si quieres, puedes limpiarme. Y compadecido,
extendió la mano, le tocó y le dijo: Quiero, queda limpio. Y al momento,
desapareció de él la lepra y quedó limpio. Le conminó y enseguida lo despidió,
diciéndole: Mira, no digas nada a nadie; pero anda, preséntate al sacerdote y
ofrece por tu purificación lo que ordenó Moisés, para que les sirva de
testimonio. Sin embargo, una vez que se fue, comenzó a proclamar y a divulgar
la noticia, hasta el punto de que ya no podía entrar abiertamente en ciudad
alguna, sino que se quedaba fuera, en lugares apartados. Pero acudían a Él de
todas partes" (Mc).
Verificar la curación
La lepra es una enfermedad
especialmente grave, pues junto a las llagas que deforman el cuerpo y que
llevan lentamente a la muerte, se creía que era contagiosa y, por ello el
leproso está sometido a prohibiciones como el acercarse a los sanos bajo pena
de lapidación. Si se producía una curación tenía que ser verificada por los
sacerdotes. Era fácil ver en esta enfermedad la triste condición del pecador.
Acto de fe
El leproso acude a Jesús,
con riesgo de su vida, con una petición humilde y dolorida: “si quieres, puedes limpiarme" Es un acto de fe,
pues afirma que puede curarle, que está en su poder, y desea que esté también
en su querer. Jesús no investiga su fe, la ve. Y accede rápidamente, lo toca
con todo lo que esto llevaba de contaminarse legal y físicamente, dice “quiero, sé limpio", y se cura. La inmediata
petición de discreción sorprende, pues muchos otros milagros son hechos para
que crean los presentes; aquí hay silencio, quizá porque, en este caso, la
lepra no era aún publica, o por otra razón que los evangelistas callan. Sí se le
pide que vaya a los sacerdotes. No dice si siguió como discípulo; pero todo
parece indicar que no sólo lo fue, sino que se cuenta entre el grupo de
incondicionales, o amigos, si se quiere expresar así. Jesús quiere discreción
para que no se malogren el crecimiento de sus primeras acciones en Judea. EC
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