Sacerdote y
Mártir, 02 de Octubre
Martirologio Romano: En Bilbao (España), Beatos José María González Solís, sacerdote profeso
de la Orden de los Frailes Predicadores (Dominicos) asesinado por odio a la fe. († 1936)
Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el
pontificado de S.S. Francisco.
El P. José María González Solís nació en Santibáñez
de Murias (Asturias, 15 de enero de 1877), aprendiendo la piedad cristiana
desde su infancia en su ambiente familiar. Ingresó en la Orden Dominicana,
donde hizo la Profesión Solemne el 6 de enero de 1897 (Convento de Corias). Fue
ordenado sacerdote el 10 de marzo de 1900, en el templo conventual de San
Esteban de Salamanca.
Fue destinado como profesor sucesivamente a Vergara,
Segovia y Madrid. Fue Prior del Convento de Padrón (Coruña) luego del
importante Convento de San Esteban de Salamanca. Presidió el Capítulo
Provincial de 1926, donde fue elegido Síndico de la Provincia. Ese cargo lo
desempeñó «con gran talento y con al aplauso de toda la Provincia hasta el
final de su vida».
Siempre fue considerado como excelente religioso,
muy ordenado y cumplidor de sus deberes (en la oración y en el trabajo), amigo
de la celda. Para restablecer su salud, algo quebrantada, y para impartir
Ejercicios a las monjas, fue enviado el 1 de julio de 1936 al Convento de las
monjas de Quejana, donde compartió la vida comunitaria con el S. de D. P.
Raimundo González (Capellán) y donde le sorprendió la persecución.
Durante los días anteriores al encarcelamiento,
conservó la paz, vestía el hábito dominicano y celebraba la Santa Misa.
Relato de su martirio
Los dos Beatos se encontraban en Quejana al inicio
de la persecución. Como se ha dicho, el P. Raimundo Joaquín González era el
Capellán en la Vicaría del Convento de las Madres Dominicas: el P. José María
Solís se encontraba allí desde el 1 de julio para reponerse de su salud y para
impartir unos Ejercicios a las monjas. El día 21 de julio se personó en el
Convento la ‘Guardia Roja’ para revisar si había armas, obligando a los Padres
a que les guiaran en el registro. Algunos milicianos tomaron posiciones en el
Convento.
Durante aquellos primeros días, los Padres hacían
la vida ordinaria, pudiendo celebrar Misa todos los días. Los Beatos se
mostraban tranquilos y, en su predicación, instaban a orar para que terminara
la guerra. El día 25 de agosto, un grupo de milicianos armados llegaron al
Convento y se llevaron detenidos a los dos Beatos para conducirlos a Bilbao,
primero a ‘La Bilbaína’ y luego a la cárcel de Larrínaga.
Habían sido detenidos mientras paseaban cerca de la
iglesia, obligándoles a vestirse de paisano y subir a un camión donde ya había
otros detenidos. Por testigos visuales, consta de muchos detalles de la vida de
los Beatos durante su encarcelamiento, destacando por su serenidad y
conformidad con la voluntad de Dios.
A finales de agosto o inicio de septiembre de 1936,
fueron trasladados con otros prisioneros desde la cárcel Larrínaga al
barco-prisión ‘Cabo Quilates’, donde fueron encerrados en la bodega número 3.
En el recinto de 150 metros cuadrados había 178 presos.
Los presos, especialmente los religiosos, sufrían
malos tratos y frecuentemente les hacían subir a la cubierta para trabajar en
malas condiciones, escarneciéndolos, blasfemando y obligándolos a cantar la ‘Internacional’.
Hubo una matanza de presos el día 25 de septiembre,
después de haberlos hecho subir a cubierta. El día 2 de octubre, los verdugos
leyeron una lista de unos 40 presos, entre los que se encontraban los dos
Beatos, que fueron asesinados en la cubierta. Son numerosos los testigos que
dan fe de esta matanza, indicando los nombres de los dos Beatos.
Los cadáveres de los dos Beatos fueron colocados
primero en el cementerio municipal de Santurce y luego en el cementerio de
Vista Alegre, de Bilbao.
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