La salud humana, la sostenibilidad ambiental y la
seguridad alimentaria están relacionadas de manera compleja y multidireccional.
En la actualidad, la agricultura es el mayor
consumidor de agua dulce y el segundo mayor contribuyente a las emisiones de
gases de efecto invernadero en todo el mundo.
Un estudio sobre los múltiples impactos de los
alimentos en la salud y el medio ambiente realizado por investigadores de la Universidad de Oxford, Reino Unido, y de
la Universidad de Minnesota, Estados
Unidos, recientemente publicado en la revista científica Proceeding of the National Academy of Sciences (PNAS), demostró que
los alimentos asociados con la buena
salud de los adultos tienen bajos impactos ambientales y ayudarían a cumplir
los Objetivos de Desarrollo Sostenible de
las Naciones Unidas y el Acuerdo Climático de París.
Para sostener esta afirmación, los científicos
estudiaron los potenciales vínculos de un grupo de alimentos con enfermedades
como diabetes tipo II, ACV, enfermedad coronaria, cáncer colorrectal, todas relacionadas con la ingesta de ciertos
alimentos, y con impactos ambientales devenidos de su producción, como
la emisión de gases efecto invernadero, el cambio en el uso de la tierra, la
contaminación, la afectación de la biodiversidad y el uso de agua ponderado por
la escasez. Es decir, en función de la disponibilidad de agua después de que se
haya satisfecho la demanda de los humanos y de los ecosistemas acuáticos.
Incluyeron además la producción, fabricación y uso de productos agrícolas,
insumos, semillas y equipos, pero no transporte, procesamiento, venta minorista
y preparación de alimentos. Es decir midieron la huella ambiental en la
producción primaria de alimentos.
Los resultados, luego de estudiar quince grupos de
alimentos diferentes que forman parte de la dieta de occidente, como pollo, lácteos, huevos, pescado, frutas,
legumbres, nueces, aceite de oliva, papas, carnes rojas procesadas, y sin
procesar, cereales de grano refinado, bebidas azucaradas, verduras y cereales
integrales, demostraron que los alimentos con menor huella ambiental
tienden a ser más saludables. Por el contrario, la carne roja sin procesar y
procesada está asociada a algunos problemas de salud y a un mayor impacto
ambiental. Una porción diaria de carne roja procesada se relaciona con el mayor
aumento promedio en el riesgo de mortalidad y la incidencia de diabetes tipo II
y ACV.
El último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) recuerda que el
consumo per cápita de grasas vegetales, carnes y calorías se ha disparado desde
1950 en adelante. Esos cambios en los patrones de alimentación han llevado a
que en la actualidad en el mundo vivan 2.000
millones de personas con sobrepeso u obesidad.
Dos casos contradictorios son el pescado, generalmente recomendado como
una opción saludable por los nutricionistas pero que genera una huella
ambiental considerable aunque menor que la de las carne; y los alimentos procesados que contienen
alto contenido de azúcares perjudiciales para la salud pero con un impacto
ambiental relativamente bajo.
La producción de alimentos está impulsada por las
decisiones políticas y la demanda de los consumidores, entre otros factores. Implementar medidas como subir impuestos
sobre la carne procesada, prohibir la publicidad de productos grasos, o que
frutas y verduras sean más accesibles no solo en su disponibilidad sino también
en sus precios, podrían ayudar a cambiar la elección de alimentos más
saludables y sostenibles.
Según la Organización
de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), “las
dietas sostenibles son aquellas con bajo impacto ambiental que contribuyen a la
seguridad alimentaria y nutricional y a una vida saludable para las
generaciones presentes y futuras”. SF
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