Virgen, 24
de Diciembre
Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de santa Tarsila,
virgen, cuya continua oración, gravedad de vida y singular abstinencia alaba
san Gregorio Magno, su sobrino († c. 593).
Gordiano el regionarius, padre de san Gregorio el Grande, tuvo tres
hermanas que llevaron una vida ascética de reclusión religiosa en su casa. Los
nombres de las tías de san Gregorio eran: Tarsila, la mayor, Emiliana y
Gordiana.
Con más fuerza que el vínculo de la sangre, unía a
Tarsila y Emiliana el fervor de sus corazones y su común caridad. Vivían en la
casa que había sido de su padre, en el Clivus Scauri, como en un monasterio, y
unas a otras se alentaban en las prácticas de la virtud por la palabra y el
ejemplo, de manera que hicieron grandes progresos en la vida espiritual.
Aunque Gordiana se unió a ellas, no tardó en
cansarse del silencio y el retiro, y se sintió inclinada a adoptar otra clase
de vida, por lo que se casó con su tutor. Tarsila y Emiliana perseveraron en la
senda que habían elegido, contentas en la paz de su retiro y en la entrega de
su amor a Dios, hasta que fueron llamadas a recibir la recompensa de su
fidelidad.
San Gregorio nos dice que Tarsila gozó de la gracia
de una visión de su bisabuelo, el papa San
Félix III (II), quien le mostró el lugar que estaba destinado a ella en
el cielo, con estas palabras:
«Ven, que yo habré de recibirte en estas moradas de
luz».
Poco después de aquella experiencia. Tarsila cayó
gravemente enferma y, mientras sus amigos y parientes rodeaban su lecho de
muerte, comenzó a gritar: «¡Apártense! ¡Atrás, atrás! ¡Ya viene Jesús, mi
Salvador!». Con estas palabras exhaló su último suspiro y entregó el alma a
Dios en la víspera de la Navidad. Cuando fue amortajada, se descubrió que en
sus rodillas y en sus codos, tenía unos callos tan gruesos y endurecidos «como
los de un camello», debido a sus continuas plegarias que decía hincada y
apoyada en un reclinatorio.
Pocos días después de su muerte, se apareció en
sueños a Emiliana y la llamó para celebrar juntas la Epifanía en el cielo. En
efecto, Emiliana murió el 5 de Enero del año siguiente. A las dos santas
hermanas, se las nombra en los respectivos días de su muerte en el Martirologio
Romano.
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