Cofundadora de la Congregación de las Hermanas
del Divino Salvador, 25 de Diciembre
Martirologio Romano: En Roma, beata María de los Apóstoles (María Teresa) von Wüllenweber,
virgen, alemana de origen, que, inflamada por el ardor misionero, fundó el
Instituto de las Hermanas del Divino Salvador, en Tívoli, del Lacio (1907)
Fiesta Litúrgica: 5 de Septiembre (en Italia y Alemania)
Therese von
Wüllenweber nació un 19 de febrero de 1833, en el seno de una noble familia
alemana, en concreto en el castillo de Myllendonk, no lejos de la ciudad de
Colonia. Fue la primera de cinco hermanas y creció en un hogar devoto y lleno
de vida y amor, recibiendo una notable educación, como le correspondía por su
nobleza.
Poseía desde
temprana edad una inclinación a la vida apostólica y en concreto a la actividad
misionera y toda su vida fue una continua búsqueda y maduración de este
ímpetu/vocación, pero en aquel tiempo no existía una orden femenina donde ella
pudiera tener una experiencia misionera. En 1875 conoció al Obispo Raimondi
-Vicario Apostólico de Hong Kong- quién, viendo su gran espíritu misionero, le
animó a establecer una nueva fundación misionera. Pero no era el tiempo
adecuado, el «Kulturkampf», una legislación anticatólica, había prohibido entre
otras cosas el establecimiento de nuevas comunidades religiosas en Alemania.
Sin embargo Teresa emitió ese mismo año un voto privado de que su vida y sus
bienes serían dedicados enteramente para el bien de las misiones y de la
iglesia. En esos días plasmaba su celo y entusiasmo misionero en un poema
titulado «Impulso».
Teresa rondaba
ya los 50 y no había encontrado lo que buscaba. Sin embargo todo esto cambió el
12 de abril de 1882 cuando por casualidad (si existe la casualidad) cayó en sus
manos el «Kölnische Volkszeitung» en el que se anunciaba la publicación
misionera de los salvatorianos «Der Missionär». Ahí leyó que el objetivo de
esta nueva sociedad era difundir y defender la fe católica mediante todos los
medios y maneras posibles, en casa y en las misiones. Inmediatamente se puso en
contacto con el P. Lüthen en Múnich y luego ya todo fue muy deprisa. El 4 de
julio se encuentra con el P. Jordan, que sólo 6 meses antes (el 8 de diciembre
de 1881) había fundado a los Salvatorianos, y ambos descubren tener la misma
vocación y carisma por la misión y el trabajo apostólico y que la mano de la
Divina Providencia les había unido. Teresa quedó sorprendida por la persona del
Fundador: «¡Se quedó con nosotras 3 días! Difícilmente podría aguardarme una
alegría más grande. Me dio la impresión de un ferviente y verdadero apóstol. Me
pareció un santo mandado por Dios mismo».
El resultado
de este mutuo sentir, y una vez superadas un sin fin de dificultades y pruebas,
fue la Fundación en Tívoli (cerca de Roma) el 8 de diciembre de 1888 de la
Congregación de las Hermanas del Divino Salvador. Teresa en adelante sería
María de los Apóstoles. El 25 de marzo de 1889 emitía públicamente sus votos
perpetuos y Jordan la designó Superiora General. La Comunidad de las
Salvatorianas creció rápidamente: En 1892 había 50 Hermanas en Tívoli y el informe
de 1900 habla de 120.
Si bien el
deseo misionero de la Madre María no pudo ser realidad en su propia persona,
pronto sí lo fue en la Congregación, «su fuego fue prendiendo otros fuegos»: En
diciembre de 1890 las primeras 3 Hermanas acompañaban a 2 Padres y 2 Hermanos a
Assam / La India para iniciar la Primera Misión Salvatoriana. Tres años después
5 Hermanas iniciaron otro proyecto misionero en Ecuador. Y en mayo de 1895
otras 3 Hermanas iban a los Estados Unidos. Hoy 1.250 Hermanas trabajan en 30
países repartidos por los 5 Continentes. El 25 de diciembre de 1907, a
medianoche, durante la celebración de la liturgia de Navidad, Madre María se
fue de Roma al Cielo. Pasado un corto tiempo y desde fuera de la comunidad
fueron llegando reconocimientos de su santidad. La devoción hacia ella crecía.
El Papa Pablo VI beatificó a la Madre María de los Apóstoles el 13 de Octubre
de 1968 destacando durante su homilía «su espíritu misionero en un tiempo en
que no había mujeres misioneras». El gran amor de la Madre María por las
misiones y su espíritu apostólico siguen encendiendo hoy los corazones de
muchas mujeres y hombres salvatorianos alrededor del mundo.
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