A muchos de nosotros nos
puede parecer un insulto cargar el yugo. De hecho, muchas veces
se hace referencia a esta expresión cuando hay esclavitud, cuando se impone el
sometimiento y cuando se doblegan las voluntades.
Pero en la expresión de Jesús: “Carguen mi yugo”,
se nota una expresión de libertad para escoger esta parte del seguimiento de
Jesús. En otros casos el yugo de la esclavitud es algo cruel e insidioso que se
nos impone contra nuestra voluntad, nuestros deseos e inteligencia. La propuesta de Jesús aquí es abierta y
franca y parece decirnos: “Primeramente observen quién soy yo, consideren mi
corazón, entiendan mi origen en el Padre y mi misión en medio de ustedes
para revelar su amor y su bondad, y sólo
entonces decidan por ustedes mismos ser o no ser mis compañeros y amigos
íntimos, mis colaboradores”.
¿Qué descubrimos en el corazón de Jesús? ¿Qué nos
ofrece? En un mundo que nos propone mil formas de felicidad, en un ambiente que
descubrimos que en el corazón se va quedando lo contrario: inseguridad,
insatisfacción, ruina y corrupción… ¿Qué esperamos de Jesús? Sus palabras resuenan como esperanza, como
fuente de agua limpia y cristalina, como ilusión que puede despertar nuestros
adormilados sueños de felicidad. Invita a que dejemos las cargas en su
corazón. Y vaya que tiene un corazón grande y espacioso para cargar nuestras
cargas más pesadas. ¿Cuáles son tus cargas? ¿Te has hastiado de placeres? ¿Te llenan
de desilusión tus fracasos? Jesús te ofrece que los toma entre sus manos, es
más que los pone en su corazón.
Contempla todos los graves problemas que tienes,
todos los dolores y caídas… ponlos confiado en el corazón amoroso de Jesús.
¿Cómo se ven ahí? ¿Cambia el sentido al contemplarlos con los ojos y el amor de
Jesús? Claro que sí. Ahora escucha que te invita a cargar su yugo porque es
suave, pero sobre todo porque Él es manso y humilde de corazón y en Él
encontrarás descanso. Tomar un yugo con
alegría… Cuando un dolor o una pena se asumen con amor, tienen el sentido y la
alegría en su interior. Cuando seguimos a Jesús, a pesar de los
problemas y de los dolores, encontramos una alegría que nos inunda el corazón y
nos alegra el alma.
Escucha este día a Jesús que te invita: “Toma mi
yugo y aprende de mí y encontrarás descanso”. ED
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