domingo, 19 de julio de 2020

Invierno en cuarentena: aumenta el riesgo de déficit de vitamina D...

Esos rayos de luz que durante las primeras semanas en cuarentena se colaban por las ventanas del balcón, cubrían casi todo el patio o iluminaban durante varias horas las terrazas ya no son, ni tan poderosos ni tan duraderos. Y dependiendo de la orientación de nuestro hogar, y de cuantos metros cuadrados de aire libre dispongamos, puede que este invierno quede en la historia como aquel en el casi no vimos el sol. O al menos no de forma directa. 
Más allá de lo gratificante que resulta la sensación de ese calorcito que nos aporta, y que en los meses de frío siempre es bienvenido, su contacto directo supone otras varias ventajas para la salud que esta temporada nos estamos perdiendo. En efecto, es probable que con el confinamiento un alto porcentaje de la población presente niveles disminuidos de vitamina D.
“Ya que su fuente principal es la síntesis en piel por efecto de la exposición a la radiación ultravioleta (UV) del sol, actualmente sumamos dos factores de riesgo: estar recluidos desde el mes de marzo, con menor exposición solar, y, además, que la radiación UV del sol disminuye sustancialmente en otoño e invierno, llegando solo al 20-25% de la que hay en verano en la ciudad. Por lo tanto, sintetizamos poca vitamina D”, detalla la Dra. Beatriz Oliveri, médica osteóloga y directora asociada de Mautalen Salud e Investigación.
Este complemento es fundamental para la salud del esqueleto en todas las etapas de la vida, desde el desarrollo fetal hasta la tercera edad: Participa en la prevención de osteoporosis y favorece la absorción del calcio de los alimentos y la adecuada mineralización de los huesos. Optimiza la función muscular con disminución del riesgo de caídas y de fracturas, por lo que la deficiencia severa ocasiona raquitismo en los niños y osteomalacia en adultos. No obstante, por encima de los efectos generales que esta disminución puede ocasionar, hay grupos que pueden tener un riesgo aumentado de deficiencia de vitamina D, destacándose el de los adultos mayores, ya que con el envejecimiento disminuye la capacidad de sintetizarla en la piel a una tercera parte de lo que ocurre en edades más tempranas y medias.
“En estudios realizados en la Ciudad de Buenos Aires al final del invierno, observamos que entre 65% y 80% de los adultos mayores de 65 años que no recibían vitamina D, presentaban deficiencia, una prevalencia que aumentaba al 85-95% en aquellos institucionalizados en geriátricos”, cuenta Oliveri. Y ofrece más datos.
“También medimos los niveles en mujeres posmenopáusicas que consultaron para conocer su salud ósea, y si requerían tratamiento para osteopenia y/u osteoporosis, y se observó deficiencia de vitamina D en el 48% a 65 % de los casos”.
¿Una dieta rica en vitamina D?
Obtener de la alimentación lo que el sol no puede ofrecernos durante la temporada invernal, es un recurso limitado. Hay muy pocos alimentos que  contienen vitamina D: los pescados grasos (salmón, arenque y atún), huevos, hongos y los fortificados como los lácteos enriquecidos. Entonces, ¿cómo cubrimos esa falta? Según la especialista, la herramienta disponible para alcanzar niveles adecuados es la suplementación.
“Es ideal medir los niveles de vitamina D circulantes antes de comenzar la suplementación. El médico es el que tiene que decidir la dosis y forma de administración”, advierte Olivera, dejando en claro que este complemento no debe administrarse sin la supervisión de un profesional, en parte, porque si se ingieren dosis excesivas sin control, se puede provocar intoxicación.
¿Influencia sobre el Covid-19?
La vitamina D también participa en la regulación de numerosos tejidos y órganos para la salud general, lo que se conoce como acciones extra-esqueléticas. En estudios epidemiológicos, se observó que su deficiencia está asociada a una mayor prevalencia de enfermedades infecciosas (tuberculosis, enfermedades respiratorias, virales), autoinmunes (artritis reumatoidea, esclerosis múltiple), cardiovasculares, hipertensión, algunos cánceres (colorrectal), diabetes e, incluso, con el aumento de la mortalidad.
Frente a sus múltiples campos de acción, esta vitamina también se relacionó con una mejora de los síntomas que provoca el nuevo coronavirus Covid-19, siguiendo su patrón de funcionamiento sobre otras enfermedades respiratorias como el resfrío y la gripe
“La vitamina D no es un tratamiento para el COVID-19, pero algunas de sus acciones, fundamentalmente las extra-esqueléticas, podrían ser positivas para enfrentar la patología porque preserva la integridad del epitelio respiratorio, regula la respuesta inmunitaria con efecto antimicrobiano y previene la respuesta inflamatoria excesiva”, enumera Olivera. 
Sin embargo, este efecto positivo aun se encuentra en tela de juicio con varios estudios abiertos sobre el tema, así como el incremento en la venta de esta vitamina en los últimos meses, en la búsqueda de reforzar el sistema inmunológico.
La idea de que los niveles de vitamina D podrían influir en el riesgo de contraer COVID-19 ha suscitado un debate entre los expertos y ha llevado a los investigadores de Harvard y otras universidades a iniciar ensayos aleatorios para examinar si existe un vínculo.
Pero hasta ahora, la mayoría de las pruebas de la afirmación provienen de estudios de observación que no prueban la causalidad. Y los expertos están instando a la gente a ser cautelosos a la hora de engullir altas dosis de suplementos con la esperanza de obtener beneficios que pueden no existir.
“Es interesante señalar que grupos de riesgo para COVID-19 como los adultos mayores u obesos presentan alta prevalencia de su deficiencia. Y otros grupos de riesgo, como hipertensos, diabéticos, pacientes con afecciones cardiovasculares, exhiben mayor prevalencia de estas patologías ante una falta de esta sustancia”, observa la Dra. Olivera.
Pero una vez, los múltiples estudios que se están llevando a cabo, no avalan por completo la relación entre el déficit de vitamina D y el riesgo aumentado de contagio de Covid-19.
“Las personas con un nivel bajo de vitamina D tienen un mayor riesgo de infección por COVID, pero parece que esto se explica por otros factores de riesgo y no por la vitamina D en sí misma. Nuestros hallazgos no apoyan una relación entre la concentración de vitamina D y el riesgo de infección por COVID-19”, mencionó la Dra. Claire Hastie, investigadora asociada de salud pública de la Universidad de Glasgow y primera autora de uno de los dos estudios sobre el tema, publicado en la revista Diabetes & Metabolic Syndrome.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario