Durante años los especialistas de bioética han creído, y muchos siguen
creyendo, que la palabra “bioética” fue inventada por Van Rensselaer Potter en
1970 (o quizá algunos años antes). Pero nuevos estudios obligan a corregir esta
creencia.
Potter
(1911-2001) era un bioquímico y oncólogo de Estados Unidos. Empezó a usar la
palabra “bioethics” en dos trabajos: un artículo, publicado en 1970 con el
título “Bioethics: the Science of Survival”; y un libro, publicado en 1971, que
llevaba por título “Bioethics: Bridge to the Future” y que reproducía el
artículo publicado el año anterior.
Según el
mismo Potter explicaría años más tarde, la palabra le vino a la mente al
improviso, al unir dos términos: “bios”, que representaría las ciencias
biológicas; y “ethics”, una palabra con la que no aludía simplemente a la
ética, sino a los valores humanos en general.
El
sentido de la bioética, según Potter, era sencillo y apremiante: elaborar una
ciencia orientada a garantizar la supervivencia humana en el planeta Tierra, a
través del diálogo entre las ciencias experimentales y las ciencias
humanísticas.
Potter
supuso que nadie, antes que él, había usado la palabra bioética. Sin embargo,
varios expertos están empezando a reconocer que el término ya había sido usado
en 1927, quizá por vez primera en la historia humana (salvo prueba contraria).
El año
1927, un teólogo alemán, Fritz Jahr, publicó un editorial en la revista Kosmos
(vol. 21, pp. 2-4), titulado “Bio-ethik: Eine Umschau über die ethischen
Beziehungen des Menschen zu Tier und Pflanze” (Bio-ética: una panorámica sobre
la relación ética del hombre con los animales y las plantas). Años más tarde,
en 1934, Jahr publicó otro trabajo donde volvió sobre la noción de “Bio-ethik”:
“Drei Studien zum 5. Gebot”, en la revista Ethik. Sexual und Gesellschaftsethik
(vol. 11 (1934), pp. 183-87).
La idea
de Fritz Jahr era sencilla: inspirado en los famosos imperativos éticos de
Kant, quería subrayar la importancia de un “imperativo bioético” que orientase
correctamente nuestro comportamiento respecto de todos los seres vivos.
Es casi
seguro que Potter no conocía a Jahr, y que de buena fe pensaba haber
descubierto una palabra a la que dio un sentido diferente del que había dado
Jahr. De haber conocido Potter la obra de su predecesor, seguramente lo habría
citado y estudiado con interés.
Son
varios los trabajos que empiezan a reconocer la importancia de las ideas de
Fritz Jahr. Uno es un opúsculo publicado en 2007 por Hans-Martin Sass, que
lleva como título “Fritz Jahr’s Bioethischer Imperativ. 80 Jahre Bioethik in
Deutschland von 1927 bis 2007”. En esta publicación se recogen los dos textos
de Jahr (el de 1927 y el de 1934). Puede accederse a este trabajo completo, en
pdf, en http://www.ethik-in-der-praxis.de/MM-175.pdf
Existen
otros estudios recientes sobre el tema, que mencionamos al final de estas
líneas.
La
bioética, una disciplina nueva pero con raíces profundas en el pensamiento
humano, empieza a dar su justo espacio a quien, por lo menos según lo que
sabemos hasta ahora, inventó un término afortunado y fecundo: Fritz Jahr.
Quizá no
todas las ideas de Jahr son condivisibles, como tampoco lo son las de Potter
(un autor que defendía, entre otras cosas, la licitud del aborto). Pero vale la
pena, por amor a la justicia, reconocer y estudiar el papel de Jahr en la
bioética, y actualizar los numerosos libros y estudios de bioética que hasta
ahora no mencionaban al inventor del término. FP
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