Mártir, 18 de
Agosto
Elogio: En
Palestrina, en el Lacio, san Agapito, mártir.
Según se dice,
Agapito tenía apenas quince años cuando compareció ante el gobernador de
Praeneste (Palestrina), Antíoco. Como se negase a abjurar de la fe, fue azotado,
encarcelado y finalmente, decapitado, durante el reinado del emperador
Aureliano. La leyenda ha bordado sobre las «actas», como en tantos otros casos.
El relato legendario dice que Agapito pasó cuatro días en la cárcel sin comer
ni beber, se le colocaron brasas sobre la cabeza y fue colgado por los pies
sobre una hoguera humeante; además, se le bañó con agua hirviente y se le
descoyuntó la mandíbula. Antíoco enfureció de tal modo al ver la constancia de
la víctima, que cayó muerto de un síncope. Como las fieras del circo no tocasen
al mártir, el verdugo tuvo que decapitarle. Estos hechos impresionaron tanto al
tribuno Anastasio, que se convirtió instantáneamente al cristianismo.
En realidad,
lo único que sabemos sobre san Agapito es que fue martirizado y sepultado en
Palestrina, cerca de Roma, porque las «actas» son espurias. Es absolutamente
cierta la existencia del culto primitivo de este mártir, ya que le mencionan
los sacramentarios de la época, y a poco más de un kilómetro de Palestrina se
conservan las ruinas de una basílica a él consagrada, en la que hay un epitafio
que lleva su nombre. Además, en el siglo IX y en el X se le dedicaron varias
iglesias.
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