Las enfermedades oncohematológicas
(leucemia, linfomas de Hodgkin y No Hodgkin, mieloma, síndromes
mielodisplásicos y mielofibrosis) se caracterizan por desarrollar cáncer en la
sangre y en los ganglios linfáticos, que es donde radica el sistema
inmunitario; por lo que se consideran parte de una especialidad que conjuga
oncología y hematología.
Los pacientes oncológicos no
poseen mayor riesgo de contagio, pero es más probable que la evolución de la
enfermedad en ellos sea más severa: diferentes estudios han comprobado que
estos pacientes desarrollan cuadros severos o críticos de la enfermedad en el
40 al 50% de los casos (en contraste con el 20% del promedio general) y una
mortalidad del 28%, asociada a la edad y comorbilidades (contra un 2,5% del
promedio mundial).
El motivo por el que los pacientes
oncológicos poseen un riesgo particular ante el COVID-19 es que algunos
tratamientos debilitan las defensas del organismo: por ejemplo, pacientes que
han recibido quimioterapia en los últimos 6 a 12 meses, quienes han tenido una
radioterapia extensa, los que reciben corticoides de forma crónica o los
trasplantados de médula ósea; entre otros.
Por ello, en muchos casos la recomendación
médica es que ante el contagio de COVID-19, de ser posible se posponga el
tratamiento y se lo aísle y monitoree.
A esto se suma a los
inconvenientes que a raíz de la cuarentena poseen los pacientes de cualquier
enfermedad para continuar con sus tratamientos: además de la atención limitada
que se está brindando en hospitales, clínicas y consultorios (y los riesgos de
exposición a la enfermedad al asistir a los mismos), se agregan problemas en la
cadena de suministros de medicamentos; haciendo del aislamiento una situación
angustiante para ellos. Por ello, los consejos para el cuidado de estos
pacientes están más asociados a extremar las medidas de prevención del
contagio.
La extensión de la
cuarentena y la sobreexposición a la información generaron un relajamiento en
el cuidado de las indicaciones para evitar el contagio. Consejos simples y
explicados para evitar infectarse, especialmente para pacientes con riesgo de
generar formas severas o críticas de la enfermedad.
Por ello, repasamos aquí cuáles
son los cuidados que todos deben observar (especialmente los pacientes
oncológicos) para evitar el contagio y su explicación:
1) Respetar la distancia social recomendada de 2
metros: El COVID-19 se transmite a
través de las gotas de saliva de personas infectadas. Al tratarse de un virus
de tamaño considerable, cae a entre 1 y 1,5 metros de la emisión. Manteniendo
una distancia mayor con cualquier potencial infectado, nos resguardamos de
entrar en contacto con el mismo.
2) Desinfectar frecuentemente objetos y
superficies: El
virus vive 3 horas en las gotas de saliva, 4 horas en el cobre, 24 en cartón
(probablemente lo mismo en la ropa) y de 2 a 3 días en plásticos y acero
inoxidable. Por ello se recomienda limpieza frecuente con alcohol diluido al
70% o solución de lavandina (10 ml por litro de agua).
3) Lavarse bien las manos: Un buen lavado de al menos 20 segundos de fricción con agua y
jabón; o en su defecto alcohol en gel o diluido. Caso contrario, no llevarse
las manos a la cara. El virus entra por nariz, ojos y boca.
4) Tratar de permanecer en el domicilio y evitar
en lo posible el transporte público: Atendiendo al distanciamiento social y a evitar el contacto con
superficies infectadas.
5) Al estornudar o toser, taparse con el pliegue del codo o un pañuelo desechable.
6) Evitar saludar con la mano o dar besos.
7) No compartir vasos, bombillas o cubiertos.
8) Ventilar los ambientes.
9) Conocer bien los síntomas para un rápido
diagnóstico: Las
personas infectadas han presentado fiebre (82%), odinofagia (66%), tos (61%),
dolor muscular y/o cansancio (36%), falta de aire (26%), dolor de cabeza (12%),
dolor de garganta (10%), síntomas digestivos (9%). Si posee dos o más de estos
síntomas sin que los mismos puedan obedecer a otras causas, contáctese con su servicio
de salud.
10) No subestimar la ausencia de síntomas: El 44% de los contagios se producen cuando el infectado aún no ha
manifestado síntomas de la enfermedad, pero no por ello deja de propagarla. Lo
mismo ocurre con los pacientes que son asintomáticos, que aún no se conoce a
que porcentaje de los diagnosticados corresponde (se estima que entre un 18 y
un 33%), ya que muchos (probablemente un 33%) ni siquiera llegan al
diagnóstico.
11) En caso de ser grupo de riesgo: Aplicarse la vacuna antigripal y el esquema contra el neumococo.
La cuarentena y el aislamiento
comienzan a flexibilizarse cuando aún no se ha alcanzado el pico de contagios.
Por ello, más que nunca, procuremos observar estos simples consejos para evitar
contagiarnos y propagar el COVID-19.
Quizás uno es joven y no presente
factores de riesgo asociado, por lo que le cueste ver a la enfermedad como una
amenaza; pero seguro que todos tenemos a un ser muy querido que no lo vive de
la misma manera. Hagámoslo al menos por ellos. BP
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