Se lo usa como agente blanqueador en la fabricación
de papel y textiles, en plantas potabilizadoras de agua y como desinfectante de
edificios y superficies. El dióxido de cloro o sus derivados no son medicamentos, no tienen efectividad
terapéutica y su consumo puede ser tóxico. Sin embargo, desde hace años
se promocionan en forma fraudulenta como ‘solución milagrosa’ contra un amplio
espectro de trastornos y enfermedades, a las que desde hace un tiempo se sumó
Covid-19, la infección causada por el nuevo coronavirus. Autoridades y
especialistas advierten por los riesgos de su ingesta.
“Desde hace varios años, algunos productos que
contienen dióxido de cloro o derivados se han promocionado como
'terapéuticos' para la cura de diversas afecciones, sin contar con ninguna
evidencia científica sobre su eficacia. Frente a la Covid-19, se han promovido
en el mercado numerosos productos que contienen dióxido de cloro o derivados,
solos o en combinación, que indican falsamente tener propiedades curativas para la Covid-19 e incluso
otras dolencias asociadas”, advierte un documento de la Organización
Panamericana de la Salud (OPS), que esta semana brindará un seminario virtual
sobre toxicidad de estos compuestos, con el objetivo de promover la toma de
conciencia sobre el alto riesgo
para la salud de su uso erróneo, ya sea oral, inhalado y/o
intravenoso.
“El uso de dióxido de cloro, clorito de sodio (CDS)
y sustancias cloradas afines tanto consumidas como nebulizadas no tiene
estudios que avalen su seguridad y no ha logrado al momento demostrar utilidad
para prevención y tratamiento de la infección por covid. Sabemos que hay gente comprando y preparando estas
sustancias y queremos advertir sobre sus peligros. El CDS y el
dióxido de cloro están avalados por ANMAT y otros entes reguladores solo para
limpieza de superficies. Si es ingerido y/o nebulizado puede provocar severos
trastornos digestivos, toxicidad en la sangre, daño renal y hepático. Además,
puede provocar trastornos cardíacos y problemas respiratorios como neumonitis
químicas. Todo esto puede generar una intoxicación, empeorar una afección
previa de salud y complicar la situación si un paciente está transitando una
infección por coronavirus”, advierte Verónica Torres, jefa del Servicio de
Toxicología y Medio Ambiente del Departamento de Emergencias del Hospital
Universitario Austral, quien subraya que no se recomienda el consumo de
productos clorados, ni la realización de gárgaras, baños o nebulizaciones.
“Se ha promovido como que podría afectar o alterar
radicales libres y producir algún efecto biológico, lo cual es totalmente erróneo, porque cuando se
ingiere el estómago neutraliza esta actividad”, dijo Omar Sued,
presidente de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) e integrante del
comité médico asesor del Gobierno en el marco de la pandemia. En general, en el
ambiente, cuando se usa para clorar el agua no es riesgoso, pero cuando se
ingiere en mucha cantidad puede tener toxicidad. Se han hecho estudios en
los que se ha visto que la única actividad que puede tener es como
desinfectante en la boca de bacterias que causan mal aliento, pero no hay
ningún tipo de estudio que demuestre actividad viricida cuando es ingerido,
añadió e hizo hincapié en los riesgos por su uso indebido.
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA)
de Estados Unidos recibió informes sobre eventos adversos graves en pacientes que habían consumido
dióxido de cloro, incluidos: insuficiencia respiratoria, alteraciones en la
actividad eléctrica del corazón, hipotensión, insuficiencia hepática, anemia,
vómitos y diarrea grave.
En abril, un comunicado de varias sociedades médicas,
entre ellas la Asociación Toxicológica Argentina y la Asociación Argentina de
Medicina Respiratoria, alertaba sobre los peligros del consumo de sustancias
cloradas para prevenir o trata Covid-19. El problema traspasa las fronteras: la
preocupación crece en países de la región y el mundo por la ingesta de
esos compuestos que, de mínima no sirven y, de máxima, pueden generar
toxicidad, por lo que en cualquier caso ponen en riesgo a la salud.
En ese sentido, Eduardo Scarlato, jefe del Servicio
de Toxicología del Hospital de Clínicas, destacó que “el problema de quienes lo
consumen, más allá de si se intoxican o no, es que se están volcando a consumir
algo que les da una falsa
sensación de seguridad y se exponen como si eso los protegiera de
algo, evitando cumplir con las medidas preventivas que sí son efectivas”.
Scarlato sostiene que es importante reforzar
constantemente la advertencia sobre el dióxido de cloro, una sustancia que,
desde antes de la pandemia, ya era promocionada como ‘solución mágica’ para
otras enfermedades. “Este no es un producto nuevo con el que tenemos que lidiar
los servicios de toxicología. Hace años que lo están promocionando para el
tratamiento de enfermedades tan variadas como el autismo, el cáncer o el HIV. En el mundo, han encontrado el
artilugio de promoverlo como una 'solución
milagrosa', amparándose en la ley de cultos, lo que les permitió evadir
así a las autoridades regulatorias del ANMAT, única entidad encargada de la
regulación de medicamentos. Esto
no es un medicamento. El concepto de sustancias que lo curan todo es
medieval, propio de los alquimistas, muy burdo, muy básico. Lamentablemente
el pensamiento mágico suele
aferrarse a estas cosas y quien paga los costos es la salud de la sociedad”,
concluyó.
Desde la OPS llaman a las autoridades sanitarias
nacionales a vigilar la promoción de productos con supuestas propiedades
terapéuticas para Covid-19 a través de los medios de comunicación
e implementar las acciones correspondientes.
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