En el escenario
hipotético I se aprueba la soñada vacuna contra
el coronavirus y, sin más, arrancan las colas en los vacunatorios de todo
el país. Pero no para todos. Porque como la vacuna despierta una reacción
inmunológica ‘artificial’, se decide dejar afuera a todos
los que ya tuvieron coronavirus, siempre que (test
serológico mediante) demuestren haber generado ‘naturalmente’ una
respuesta inmune robusta, es decir, contar con un batallón de anticuerpos.
En el escenario hipotético II se apela a una estrategia masiva, sin distinguir la carga
inmunológica de las personas. Se dialogó con varios
expertos, entre ellos, referentes de Pfizer y AstraZeneca, para averiguar a
quiénes estarán dirigidos sus respectivos desarrollos farmacológicos.
Algunas de las fuentes confirmaron que el objetivo es apuntar a la
segunda estrategia, lo que en el mundillo epidémico-infectológico se conoce
como vacunación sucia. En palabras de Jorge
Quarleri, investigador del Instituto de Investigaciones
Biomédicas en Retrovirus y Sida, dependiente de la UBA-Conicet, “por
vacunación sucia se entiende la administración de una vacuna sin
conocimiento previo del estado inmune frente al agente que
se intenta combatir”.
El experto explicó que “hay diferentes modelos de
vacunas” y que “los estímulos generados por unas y otras pueden no ser
coincidentes”, pero en este caso, estimó, “no
parece haber complicaciones para quienes se la apliquen
habiendo tenido SARS-CoV2”.
Consultado por este tema, Fernando Polack,
infectólogo pediátrico, director científico de la Fundación Infant y quien
lleva adelante en el Hospital Militar Central los ensayos de
fase 3 de la vacuna contra el coronavirus desarrollada por los
laboratorios Pfizer (Estados Unidos) y
BioNTech (Alemania), confirmó que, de ser exitoso ese proyecto,
estará destinado a toda la población.
Luego de aclarar que los testeos “empezaron hace una semana y van
bien”, explicitó que la vacuna estará destinada a todas las personas, más
allá de si tuvieron contacto con el coronavirus. Además,
aventuró: “No imagino que ningún producto haga screening (testeo)
de anticuerpos. Ni Pfizer, ni AstraZeneca, ni ningún otro”.
Sin embargo, fuentes de ese último laboratorio, AstraZeneca o
‘AZ’, como le dicen informalmente en el sector, no lo dieron por
sentado. Hablamos de la compañía que obtuvo la licencia para fabricar el
otro desarrollo auspicioso de estos días, la vacuna de la
Universidad de Oxford, de la que una parte de las partidas para América latina
se fabricará en el laboratorio mAbxience de Garín, provincia de
Buenos Aires. “Estamos trabajando en estrecha colaboración con las
autoridades sanitarias y regulatorias en la orientación recomendada y en el
proceso de aprobación para su uso”, adelantaron.
Pero, si bien explicaron que “en caso de que la vacuna demuestre
ser eficaz en los ensayos clínicos, tendría un enfoque preventivo contra el
Covid-19”, matizaron toda certeza al afirmar que “aún no
ha terminado la investigación para definir cuánto tiempo
dura la inmunidad de un individuo, si ha estado expuesto previamente
al virus”.
Modelos de vacunas
Una pregunta pertinente es qué factores influyen para que se elija
una estrategia de vacunación ‘masiva’ (digamos, ‘sucia’) o, en cambio, una ‘dirigida’
a cierto segmento de la población. Más allá del obvio peso que tiene todo lo
relativo a la línea de investigación científico-tecnológica de cada
laboratorio, Quarleri subrayó un tema nada menor: el económico.
El experto aclaró que, más allá de que “la vacunación sucia se usa
en distintos casos, pues no suele dar reacciones adversas”, además tiene un
lugar importante “la relación costo/beneficio”.
En tal sentido, “hacer la determinación por laboratorio (que cada
persona vaya y se la haga...) para medir los anticuerpos, si existiesen,
es en general más complejo que simplemente vacunar y ya”. No
obstante, aclaró: “Soy cultor de la cautela. En este momento hay mucha ansiedad
y esperar que se termina la fase 3 de estos desarrollos es muy importante”.
Igualmente cautelosa se mostró Florencia
Cahn, presidenta de la Sociedad Argentina de
Vacunología (SAVE). En un breve repaso advirtió que, “en algunas de
las vacunas en fase 3 que se están estudiando, luego de firmar el
consentimiento informado correspondiente, al paciente se le hace un
hisopado y, si es positivo, queda afuera, ya que la respuesta inmune
propia de la infección por Covid-19 podría interferir con la
respuesta a la vacuna. En otros estudios, en cambio, no se
considera como criterio de exclusión, sino que esos pacientes quedan en un
subgrupo que se estudia en paralelo”.
“Yo no puedo decir todavía cuál va a ser la estrategia de
vacunación contra el coronavirus”, analizó Cahn, pero enseguida pronosticó:
“Con la baja prevalencia de casos que hay (lejos de
llamada “inmunidad de rebaño”), es
probable que se lleve adelante la vacunación en sucio”.
No obstante, la estrategia se mediría en base a la necesidad, algo
que ya se informó: “Si todo sale bien y está la vacuna en el primer
semestre del año que viene, seguramente se va a priorizar la vacunación de
aquellas personas que forman parte de los grupos de riesgo,
mayores de 65, personas con enfermedades cardíacas crónicas, pulmonares
crónicas, diabéticos, obesos e inmunosuprimidos”.
Tal como habían dicho desde AstraZeneca, para Cahn “no se puede
asegurar qué pasará con quienes tuvieron coronavirus porque, además, todavía se
sabe poco de la duración de los anticuerpos circulantes
en el organismo. Es decir, si existe un mecanismo de memoria inmunológica por la
que, aunque el paciente no tenga anticuerpos circulantes, los linfocitos
de memoria vuelvan a generarlos ante la re-exposición de ese organismo al
Covid”.
Será cuestión de esperar. Mientras tanto, Quarleri repasó las
cualidades de algunos de los proyectos en danza: “La vacuna del modelo
Oxford y la de Pfizer, además de otra de China (recientemente patentada) han
generado buena respuesta celular, además de anticuerpos (respuesta humoral).
Pero además está entrando en fase 3 una vacuna de virus inactivado, un modelo
más 'clásico', semejante al de la vacuna Salk antipoliomioelítica, cuya
respuesta fue fundamentalmente humoral y viene mostrando, también, resultados
auspiciosos de fase 1 y 2, según se acaba de publicar en la revista JAMA”.
Lo cierto, como dijo Cahn, es que “todavía hay más preguntas que
respuestas. Todo está en fase de investigación”.
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