Acaba de darse a conocer un nuevo
estudio con conclusiones primarias sobre los riesgos posteriores al
padecimiento de COVID-19 entre quienes enfrentaron la enfermedad con
situaciones cardíacas precedentes. Según los especialistas Clyde W. Yancy y
Gregg C. Fonarow de la división de cardiología de la Facultad de Medicina
Feinberg de la Universidad Northwestern, Chicago, Estados Unidos, existen
alertas que hacen suponer que las complicaciones del corazón podrían
acelerarse.
«Los últimos conjuntos de datos
ahora confirman -según precisaron- el aumento del riesgo de complicaciones
mórbidas y mortales debido al coronavirus en individuos con enfermedades
cardiovasculares preexistentes, incluyendo hipertensión, enfermedad de las
arterias coronarias e insuficiencia cardíaca». Estas observaciones han
fortalecido las estrategias preventivas, aunque se han sospechado episodios de
miocarditis clínica y se han reportado algunos casos en otros informes sobre la
afectación cardíaca directa debido al síndrome respiratorio agudo severo que
han sido difícil de confirmar.
En el último número de JAMA
Cardiology, Diana Lindner, Antonia Fitzek y
Hanna Bräuninger, todos especialistas del Departamento de Cardiología del
Centro Universitario del Corazón y Vascular de Hamburgo, Alemania, publicaron
un informe sobre 39 casos de autopsia de pacientes con COVID-19 en quienes la
neumonía fue la causa clínica de muerte en 35 de 39 (89.7%).
Si bien la evaluación
histopatológica no cumplió con los criterios observados en la miocarditis
aguda, hubo evidencia de virus presente en el corazón en 24 de 39 pacientes
(61.5%) con una carga viral de más de 1000 copias por microgramo de ARN en 16
de 24 pacientes (66.7%). También se observó evidencia de replicación viral
activa. La hibridación in situ sugirió que la localización más probable de la
infección viral fue en células intersticiales o macrófagos que se infiltran en
el tejido miocárdico en lugar de la localización en los miocitos mismos.
Además, utilizando un panel de 6
genes proinflamatorios, los investigadores demostraron una mayor actividad
entre los corazones con evidencia de infección viral en comparación con los
corazones sin infección viral por SARS-CoV-2 detectada. Estos nuevos hallazgos
proporcionan evidencia intrigante de que COVID-19 está asociado con al menos
algún componente de la lesión miocárdica, tal vez como resultado de una
infección viral directa del corazón.
Otros descubrimientos destacados
en otro estudio publicado en JAMA Cardiology por Valentina O. Puntmann, M. Ludovica Carerj e Imke Wieters, MD3
del Instituto de Imagen Cardiovascular Experimental y Traslacional, Centro DZHK
de Imagen Cardiovascular, Hospital Universitario de Frankfurt, Alemania
revelaron los resultados de un análisis sobre 100 pacientes en recuperación,
67% de los cuales se recuperaron en el hogar. Los especialistas los evaluaron
una media de 71 días después del diagnóstico confirmado de COVID-19, 78% tenían
compromiso cardíaco demostrable a través de imágenes de resonancia magnética
cardíaca y el 60% tenía evidencia de inflamación activa del miocardio por T1 y
T2 nativos anormales.
Hay importantes preguntas
residuales sobre el posible sesgo de selección y la posibilidad de
generalización y no todos los pacientes pueden haberse recuperado, pero las
observaciones no pueden descartarse. Meses después de un diagnóstico de
coronavirus, existe la posibilidad de disfunción ventricular izquierda residual
e inflamación continua, tanto de suficiente preocupación como para representar
un nido para insuficiencia cardíaca de nueva aparición y otras complicaciones
cardiovasculares.
Además, no es posible descartar,
advierten los investigadores, otras observaciones fisiopatológicas clínicas
importantes, incluidos los síndromes clínicos consistentes con miocarditis
aguda, la cascada de respuestas inmunológicas, un entorno protrombótico con
formación de coágulos microvasculares y/o lesión miocárdica debido a un
desajuste entre la oferta y la demanda.
Cuando se agregan a los hallazgos
patológicos post mortem del estudio de Linder, se observa el engrosamiento de
la trama y, dijeron, «estamos inclinados a plantear una nueva y muy evidente
preocupación de que la miocardiopatía y la insuficiencia cardíaca relacionadas
con COVID-19 puedan evolucionar potencialmente a medida que la historia natural
de esta infección se aclare».
Los firmantes del estudio
principal insisten en intentar no generar ansiedad adicional, sino más bien
incitar a otros investigadores a examinar cuidadosamente los datos existentes y
recolectar prospectivamente nuevos datos en otras poblaciones para confirmar o
refutar estos hallazgos.
«Esperamos que estos hallazgos
representen los de una cohorte selecta de pacientes -afirmaron-. Sin embargo,
si se confirma esta alta tasa de riesgo, se valida la base patológica para la disfunción
ventricular izquierda progresiva, y especialmente si la evaluación longitudinal
revela insuficiencia cardíaca de nueva aparición en la fase de recuperación de
COVID-19, entonces la crisis de la pandemia se validará no disminuirá, sino que
cambiará a una nueva incidencia de insuficiencia cardíaca y otras
complicaciones cardiovasculares crónicas».
«Más allá de estas observaciones
-afirmó el Dr. Jorge Tartaglione, presidente de la Fundación Cardiológica
Argentina- es muy importante recordar que las personas con enfermedades
crónicas necesitan atención, ya que en época de pandemia se corre el riesgo de
que haya un aumento en la mortalidad de origen cardiovascular (CV), un grupo de
afecciones que, en Argentina y en el mundo, son la primera causa de muerte».
La Dra. Marta Farrero Torres,
cardióloga del Hospital Clínic de Barcelona advirtió que, según observaciones
en su centro, «todos los pacientes con cardiopatías o factores de riesgo
cardiovascular tienen un discreto incremento de riesgo, tanto de obtener el
coronavirus, como de que probablemente sus manifestaciones clínicas sean más
exacerbadas, por ello este grupo de pacientes de insuficiencia cardiaca
tendrían un riesgo incrementado de que la infección por COVID-19 les pudiera
dar una complicación».
Para la especialista «en una
minoría de los casos, el coronavirus podría afectar directamente el corazón, y
provocar miocarditis, puede afectar directamente al músculo cardíaco, en una
proporción muy bajita de los casos, aunque tenga una repercusión clínica
importante». BP
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