Albaricoque, damasco, chabacano o albergero, no importa como
lo llames, este fruto es sinónimo de dulce sabor, y una importante variedad de
propiedades saludables. Estas van desde cuidar el corazón, los huesos y la
piel, hasta mejorar el funcionamiento digestivo. Aquí repasamos qué dice la
ciencia sobre este alimento.
El albaricoque es el fruto de Prunus armeniaca, un árbol
originario de la zona sur y central de Asia. Posee una pulpa suave y picante
debajo de una delgada piel exterior que varía entre las tonalidades
amarillentas y anaranjadas, con ligeros toques rojizos. Es muy parecido al
durazno o al melocotón, ya que posee una semilla en el centro rodeada por un
endocarpo (una especie de ‘capa’) de aspecto leñoso.
Se cree que el albaricoque forma parte de la gastronomía de
diferentes culturas desde hace más de 3.000 años, destacándose la griega,
romana e india. Puedes comerlos crudos o secos, y así obtener muchos nutrientes
esenciales, como vitaminas A, C, E, y K, minerales como fósforo, magnesio y
potasio, y una gran dosis de fibra dietética. Por esta composición, es que se
lo asocia a las siguientes bondades:
Regula el metabolismo
Para
mantener en equilibrio los líquidos del organismo y asegurar que la energía se
distribuya de forma correcta entre los diferentes músculos y órganos, es
necesario la presencia del potasio. Los albaricoques son ricos en este mineral,
por lo que se los asocia a una regularización de los electrolitos, garantizando
más energía y una buena irrigación sanguínea.
Ayuda al corazón
Los
albaricoques suelen ser presentados como una ayuda natural para el corazón.
Esto se debe a que son ricos en vitamina C, que funciona como antioxidante
contra los radicales libres, potasio, que actúa como vasodilatador reduciendo
los niveles de presión arterial, y fibra dietética, que contribuye a disminuir
los niveles de colesterol en sangre.
Contra la anemia
Los
albaricoques secos son una buena fuente de hierro y cobre, minerales claves
para la formación de glóbulos rojos. Sin estos últimos, el cuerpo no puede
reoxigenarse adecuadamente y existe el riesgo de sufrir anemia, un trastorno
que provoca debilidad, fatiga, problemas digestivos, aturdimiento y disfunción
metabólica general.
Contra el estreñimiento
El
rico contenido de fibra dietética que poseen los albaricoques los convierte en
una opción ideal para prevenir trastornos digestivos, como el estreñimiento.
Esto se debe a que la fibra cumple muchos roles: ayuda a descomponer los alimentos,
mejora el tránsito intestinal, agrega volumen a las heces, aumenta la absorción
de nutrientes por parte del intestino, y estimula la producción de jugos
gástricos.
Cuida la piel
Varias
afecciones de la piel, como eczemas, psoriasis, o acné suelen ser tratadas con
aceite de albaricoque. Esto se debe a que es rico en vitaminas A, B, y E, y
ácido gamma linoleico, todos compuestos que favorecen la salud de las membranas
de las células cutáneas, manteniendo a esta fuerte y brillante.
Huesos más fuertes
Los
albaricoques disponen de la mayoría de los minerales necesarios para lograr un
buen desarrollo óseo: calcio, fósforo, manganeso, hierro y cobre. Por lo tanto,
los especialistas señalan que comerlos podría promover un crecimiento saludable
de los huesos y aumentaría las probabilidades de prevenir enfermedades
relacionadas, como la osteoporosis.
Dolor de oído
El
aceite de albaricoque también parece ser bueno para tratar el dolor de oído,
aunque aún la evidencia que respalda este beneficio es preliminar. Por eso, si
deseas recurrir a este tratamiento, se aconseja que antes lo consultes con un
profesional de la salud.
Precauciones
Los
expertos advierten que no se deben comer sus semillas ya que en algunos casos
pueden causar envenenamiento por cianuro. Además, este fruto puede provocar
reacciones alérgicas en algunas personas, por ejemplo, uno de sus compuestos,
los sulfitos, se vincularon a un mayor riesgo de ataques de asma. También se
aconseja moderar su consumo a mujeres embarazadas o en período de lactancia. HD
No hay comentarios.:
Publicar un comentario