Aún se está descubriendo mucho
sobre problemas de salud mental como la depresión, el trastorno bipolar, el
estrés crónico, la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático (TEPT, también
conocido como shock-shell). Nuevas pruebas realizadas en ratones han revelado
una proteína producida por el cerebro que puede ayudar a regular la producción
de neurotransmisores importantes, incluidos los relacionados con las respuestas
al estrés. Este descubrimiento tiene el potencial de aumentar drásticamente la
eficacia de los tratamientos para todos los trastornos de salud mental
relacionados con el estrés.
Instintos desarrollados
Desde los primeros días de la
humanidad, nuestros cerebros y cuerpos, comenzaron a desarrollar nuestros
instintos, las herramientas que necesitaríamos para sobrevivir a todas las
amenazas que se nos presentaran, desde los depredadores ápice hasta los largos
episodios de inanición o deshidratación. Nuestro cerebro libera hormonas, como
adrenalina, norepinefrina y esteroides como el cortisol, que activan nuestra
respuesta de lucha o huida cuando nos enfrentamos a situaciones peligrosas o
estresantes. Otras hormonas liberadas por el cerebro incluyen la serotonina y
la dopamina, que están relacionadas con sentimientos de felicidad, disfrute y
euforia. Estos químicos permiten que nuestra mente y nuestro cuerpo funcionen
de manera eficiente y respondan a diversos estímulos, como relajar tu cuerpo
después de beber una taza de café caliente o retirar la mano inmediatamente
cuando accidentalmente tocas algo caliente. Son vitales para nuestra fisiología
y funcionalidad general.
¿Cómo esto conduce al estrés?
Los niveles de hormonas, el
volumen al que se producen e incluso la velocidad a la que provocan respuestas
físicas pueden variar de una persona a otra. Los niveles bajos de serotonina se
han relacionado con la depresión y se sabe que los niveles altos de dopamina
desencadenan adicciones. La producción excesiva de hormonas de lucha o huida
puede provocar un aumento de la frecuencia cardíaca, hiperventilación, ataques
de pánico y crisis emocionales. Los ataques de ansiedad prolongados o
frecuentes como este pueden provocar estrés crónico. Junto con experiencias
traumáticas como incidentes de asalto o encuentros durante el combate militar,
es muy probable que se desarrolle un trastorno de estrés postraumático. Las
encuestas han demostrado que cerca de 15 a 20 veteranos de cada 100 sufren de
trastorno de estrés postraumático. El estrés crónico puede resultar en síntomas
físicos y mentales severos, desde problemas de memoria y función cognitiva
retrasada hasta el desarrollo de afecciones de la piel, aumento o pérdida de
peso rápido, un sistema reproductivo dañado o debilitado e incluso enfermedades
cardíacas. Estos síntomas se comparten con el trastorno de estrés
postraumático, que también viene con pesadillas y trastornos del sueño, cambios
de humor severos, aislamiento social y arrebatos emocionales. Actualmente, la
mayoría de los tratamientos para los trastornos relacionados con el estrés
incluyen asesoramiento, cambios en el estilo de vida y el uso de técnicas de
manejo del estrés, todos los cuales pueden ser de gran ayuda pero pueden ser
menos que efectivos en los casos más graves.
El papel de este estudio
La prueba en cuestión fue
realizada por investigadores del Karolinska Institutet de Estocolmo en
colaboración con la Universidad VU en Ámsterdam, quienes querían investigar el
papel de una proteína natural, p11, en la reducción o mitigación de las
respuestas al estrés. Esta línea de investigación se produjo inmediatamente
después de un estudio anterior que determinó de manera concluyente que la p11
desempeña un papel en la mejora de los niveles de serotonina. Se encontró que
las personas que padecían depresión y luchaban contra tendencias suicidas (o
habían cometido el acto) tenían niveles inusualmente bajos de p11. También se
determinó que estos resultados eran los mismos en ratones, y que los
antidepresivos comúnmente recetados a las personas resultan en un aumento de
esta proteína. Teniendo esto en cuenta y observando la estrecha relación entre
la depresión y los signos de ansiedad, los investigadores querían determinar si
esta proteína podría alterar la respuesta del cuerpo y el cerebro a condiciones
estresantes y traumas.
Realización de las pruebas
Para los propósitos de esta investigación
científica, se criaron ratones, específicamente ratones que carecían del gen
requerido para crear p11. Su comportamiento se comparó con el de los ratones
sin ese defecto en particular en una serie de pruebas de inducción de estrés.
Una prueba implicó separar los dos grupos de crías de ratones de su madre
durante varias horas, lo que resultó en que las crías deficientes en p11
produjeran más llamadas de angustia en un tono más alto. Otra prueba, está
realizada en ratones adultos, les dio a los animales la opción de pasar tiempo
en un espacio oscuro o con mucha luz. Los ratones con bajo contenido de p11
optaron por pasar menos tiempo en espacios muy iluminados. En general, los
resultados mostraron que los ratones deficientes en p11 tardaron más en reducir
su frecuencia cardíaca a niveles normales después de enfrentarse a estímulos
estresantes. El estudio encontró que la proteína regula la actividad cerebral
en dos vías principales de señalización del estrés, la que produce cortisol,
llamada eje HPA (hipotálamo-pituitaria-adrenocortical), y la otra que libera
adrenalina y noradrenalina, llamada SAM (simpática- eje suprarrenal-medular).
Los ratones que tenían niveles bajos de p11 mostraron hiperactividad en estas
vías para las respuestas al estrés, lo que desencadena una frecuencia cardíaca
rápida, aumenta los niveles de azúcar en la sangre y suprime funciones
consideradas no vitales cuando están en modo de lucha o huida, todas respuestas
al estrés que puede tener efectos devastadores durante largos períodos.
Un primer paso crucial
Toda la investigación sobre el
impacto de proteínas como la p11 y otras sustancias químicas que afectan a
trastornos como la depresión, la ansiedad y el estrés solo se ha realizado con
modelos animales. Esto hace que sea difícil determinar en una etapa tan
temprana cómo funciona la proteína en modelos humanos, dada la complejidad de
la vida cotidiana y la variedad de factores que pueden desencadenar respuestas
al estrés en las personas. Sin embargo, todavía proporciona un avance vital y
muy necesario en el campo de los tratamientos de salud mental. Estos hallazgos
podrían ser la base para el desarrollo de tratamientos más efectivos para los
trastornos del estado de ánimo y relacionados con el estrés, especialmente para
las personas que padecen estrés crónico. El autor principal del estudio, Per
Svenningsson, dice que podría haber dos enfoques posibles para utilizar estos
hallazgos médicamente. El primero implica potenciar la producción de la propia
proteína p11, que luego actúa como un agente regulador eficaz para las
respuestas al estrés. El segundo es un enfoque más exclusivo y dirigido, que
utilizaría la composición y la estructura de la proteína p11 para desarrollar
fármacos que regulen directamente los niveles de estrés bloqueando las
respuestas al estrés en el cerebro. Aunque esta investigación tiene un largo
camino por recorrer antes de que pueda convertirse en un medicamento de fácil
uso y ampliamente disponible, muestra una inmensa promesa para el futuro de los
tratamientos de salud mental y los problemas relacionados con el estrés. JQR
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