Ayuda a bajar de peso: Es un alimento básico en regímenes hipocalóricos para perder peso. La acelga satisface el apetito con un escasísimo aporte calórico (unas 20 kcal/100 g). De manera que hervidas, rehogadas o aliñadas con aceite y limón, constituyen un excelente plato light.
Antiestreñimiento: Favorece a quienes padecen dificultades en el tránsito intestinal, debido a su riqueza en fibra y a su poder emoliente y suavizante, que regulariza las funciones del estómago e intestino grueso. Estas mismas propiedades digestivas la hacen recomendable en casos de gastritis y hemorroides. Se debe tener en cuenta que, como su volumen disminuye mucho al cocinarlas, pueden calcularse hasta 300 o 400 g de acelgas crudas por comensal.
Fortalece el esqueleto: Gracias a su riqueza en minerales. Es también una fuente excelente de calcio, sobre todo para las personas que no consumen productos lácteos. Al elegirlas, preferir las acelgas firmes y crujientes, sin manchas.
Combate la anemia: Debido a su alto contenido en hierro, y también a la presencia de cobre, ayuda a tratar la anemia ferropénica. Es interesante tener en cuenta que este hierro será mejor absorbido gracias a la vitamina C que ya posee la acelga en abundancia.
Otros usos para la salud:
Una decocción de 25 a 50 g por litro de agua es útil contra las inflamaciones urinarias, el estreñimiento, las hemorroides y las dermatosis.
Por vía externa, las hojas cocidas, hechas papilla, pueden ser utilizadas en cataplasmas sobre las hemorroides, quemaduras, abscesos y forúnculos.
Para reducir al mínimo la pérdida de los nutrientes, cocinarla únicamente con el agua del lavado, sin tapar.
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