miércoles, 30 de marzo de 2022

El 70% de pacientes con COVID persistente tienen problemas de memoria y concentración…

La gravedad de estos síntomas está relacionada con el nivel de fatiga y las manifestaciones neurológicas, como mareos y dolor de cabeza, experimentados durante la fase inicial de la enfermedad. 
La COVID-19 se manifiesta con una amplia sintomatología en las personas afectadas. Los signos neurológicos, reportados hasta en el 36,4% de pacientes, incluyen cefalea, mareos, alteración de la conciencia y convulsiones. Incluso se han producido casos asociados de encefalitis, ictus y síndrome de Guillain-Barré. 
Numerosas investigaciones han tratado de resolver las múltiples incógnitas sobre este tipo de manifestaciones y sus consecuencias a largo plazo. Ahora, dos nuevos estudios publicados en Frontiers in Aging Neuroscience subrayan que 7 de cada 10 pacientes sufren problemas de concentración y memoria hasta 18 meses después del inicio de su enfermedad, y muchos obtienen peores resultados en las pruebas cognitivas. 
Los trabajos, liderados por un equipo de psicólogos y psiquiatras de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), recogen asimismo cómo la mitad de los pacientes indicaron que tenían dificultades para que los profesionales médicos valoraran estas señales, quizá porque los síntomas cognitivos no reciben la misma atención que los problemas pulmonares o la fatiga. 
«Los déficits cognitivos son uno de los síntomas más comunes en la COVID persistente -explicó Lucy G. Cheke, autora principal de ambos artículos- sin embargo, hay múltiples causas y manifestaciones. Nosotros descubrimos que las personas con COVID persistente tenían un rendimiento significativamente peor en las medidas objetivas de la capacidad de memoria». 
Así, el 78% de los participantes que sufrieron COVID persistente declaró tener dificultades para concentrarse, el 69% niebla cerebral, el 68% olvidos y el 60% problemas para encontrar la palabra correcta al hablar. Estos síntomas se reflejaron en una capacidad significativamente menor para recordar palabras e imágenes en las pruebas cognitivas. 
«Estos hallazgos son importantes porque demuestran una vez más que la COVID no es solo una enfermedad que afecta a los pulmones, sino que a veces puede tener impactos duraderos en múltiples áreas del cuerpo, incluido el cerebro, y por tanto influir en la cognición», añadió Cheke. 
La importancia de valorar estos síntomas 
Lyn Curtis, paciente de COVID persistente y miembro del equipo de investigación de Cambridge, contó como el reconocimiento de esta patología de larga duración y una mayor comprensión de los síntomas asociados por parte de los profesionales médicos son esenciales «tanto para identificar los tratamientos como para el manejo de los síntomas existentes». 
«Todavía no sabemos cuánto tiempo duran estos problemas, y si mejoran o empeoran con el tiempo, pero esta creciente evidencia al respecto debe ser tomada en serio -puntualizó Cheke- Estas repercusiones a largo plazo deberían incluirse en las evaluaciones de riesgo a la hora de tomar decisiones políticas, como la de invertir en medidas de salud pública y mitigación». 
Cheke señaló que «la gente cree que la COVID persistente es 'solamente' fatiga o tos, pero los problemas cognitivos son el segundo síntoma más frecuente. Nuestros datos sugieren que esto se debe a que hay un impacto significativo en la capacidad de recordar. Cada vez hay más pruebas de que la enfermedad afecta al cerebro, y nuestros resultados lo reflejan». 
Por su parte, Muzaffer Kaser, coautor del trabajo, comentó que «cuando las personas dicen tener dificultades cognitivas después del coronavirus, estas no son necesariamente el resultado de la ansiedad o la depresión». El investigador añadió que «los efectos son mensurables: está ocurriendo algo preocupante, los problemas de memoria pueden afectar de forma significativa a la vida diaria de las personas». 
Cheke espera que, al demostrar que los déficits cognitivos autodeclarados van realmente acompañados de reducciones mensurables de la capacidad de memoria, esto «aumente la concientización sobre este problema entre los profesionales médicos, los empleadores y la sociedad en general, y haga que los pacientes afectados sean más capaces de defenderse a sí mismos». 
La causa de los problemas cognitivos 
Para entender la causa de los problemas cognitivos, los investigadores analizaron otros síntomas que podrían estar relacionados. Así, descubrieron que las personas que experimentaban fatiga y síntomas neurológicos, como mareos y dolor de cabeza, durante su enfermedad inicial eran más propensas a tener síntomas cognitivos más adelante. 
«La infección por SARS-CoV-2 puede conducir a la inflamación en el cuerpo, y esta afectar al comportamiento y rendimiento cognitivo en formas que aún no entendemos completamente, aunque creemos que están relacionadas con una respuesta inmunitaria excesiva temprana», señaló Kaser. 
Según los autores, los resultados son especialmente preocupantes si se tiene en cuenta la prevalencia de la COVID persistente en la población activa. La Oficina Nacional de Estadística de Reino Unido ha estimado que entre el 10 y el 25% de los enfermos pasa a tener algún grado de cronicidad. 
Así, estas dos investigaciones corroboran otros hallazgos que sugieren que la sociedad se enfrentará a una ‘larga lista’ de enfermedades laborales debidas a la COVID persistente. «Esta condición ha recibido muy poca atención política y médica y es urgente que se tome más en serio. El impacto en la población trabajadora podría ser enorme», subrayó Cheke. 
Necesarios más estudios 
Los 421 participantes en el estudio se incorporaron entre octubre de 2020 y marzo de 2021, cuando la variante Alfa y la forma original del SARS-CoV-2 circulaban entre la población, y seguirán siendo monitorizados para ver cuánto tiempo persisten sus síntomas. 
En la actualidad, los expertos están reclutando una nueva cohorte para comprobar la influencia de la COVID persistente asociada a las variantes Delta u Ómicron: «Es necesario seguir investigando para comprender los complejos efectos de esta enfermedad en el cerebro, la cognición y la salud mental». 
Sobre las limitaciones del estudio, Cheke dejó claro que sus estudios no son de prevalencia: «Debemos considerar nuestros resultados junto con análisis epidemiológicos más amplios. Dicho esto, las tasas de síntomas cognitivos comunicadas por nuestro equipo reflejan estrechamente las de los estudios más amplios, lo que reafirma que nuestra muestra puede ser representativa en este ámbito». 
«Es importante que las personas busquen ayuda si están preocupadas por cualquier síntoma persistente después de la infección. La COVID-19 puede afectar a múltiples sistemas y se puede realizar una evaluación adicional tras una derivación del médico de cabecera», concluyó Kaser. BP

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