Las personas que están más en forma físicamente son menos propensas a
desarrollar Alzheimer que aquellas que están menos en forma físicamente, según
un estudio preliminar que se presentará en la 74 Reunión Anual de la Academia
Americana de Neurología (ANN), que se celebrará en Seattle.
“Uno de los hallazgos más interesantes de este estudio
es que, a medida que mejoraba el estado físico de las personas, disminuía su
riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer; no era una propuesta de todo
o nada. Así que la gente puede trabajar para hacer cambios y mejoras en su
estado físico y, con suerte, eso se asociará con una disminución relacionada
con su riesgo de Alzheimer años más tarde”, explicó el autor del estudio,
Edward Zamrini, del Centro Médico de Veteranos de Washington, D.C. (Estados
Unidos).
En la investigación participaron 649.605 veteranos militares de la base
de datos de la Administración de Salud de los Veteranos de Estados Unidos, con
una edad media de 61 años, que fueron seguidos durante una media de 9 años y
que no tenían Alzheimer al inicio del estudio.
Los investigadores determinaron la aptitud cardiorrespiratoria de los
participantes, que mide cómo el cuerpo transporta el oxígeno a los músculos y
cómo estos son capaces de absorber el oxígeno durante el ejercicio.
Los participantes se dividieron en 5 grupos, desde el menos apto hasta
el más apto físicamente. El nivel de forma física se determinó en función del
rendimiento de los participantes en la cinta de correr. Para las personas de
mediana edad y mayores, el nivel más alto de aptitud física puede alcanzarse
caminando a paso ligero la mayoría de los días de la semana, durante 2 horas y
media o más por semana.
El grupo con el nivel más bajo de forma física desarrolló Alzheimer a un
ritmo de 9,5 casos por cada 1.000 personas-año, en comparación con los 6,4
casos por cada 1.000 personas-año del grupo con mejor forma física. La tasa de
casos disminuyó a medida que aumentaba el nivel de aptitud física, con una tasa
de 8,5 casos por 1.000 para el segundo grupo menos apto, 7,4 por 1.000 para el
grupo medio y 7,2 por 1.000 para el segundo grupo más apto.
Cuando los investigadores ajustaron otros factores que podrían afectar
al riesgo de Alzheimer, descubrieron que las personas del grupo más apto tenían
33% menos probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que las del
grupo menos apto. El segundo grupo más apto tenía 26% menos probabilidades,
mientras que el grupo medio tenía 20% menos y el segundo grupo menos apto 13%
menos.
“La idea de que se puede reducir el riesgo de Alzheimer
simplemente aumentando la actividad es muy prometedora, sobre todo porque no
existen tratamientos adecuados para prevenir o detener la progresión de la
enfermedad -afirmó Zamrini-. Esperamos desarrollar una escala sencilla que
pueda individualizarse para que la gente pueda ver los beneficios que pueden
aportar incluso las mejoras incrementales en la forma física”. BP
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