“No hay, pues, más que una raza: la raza de los hijos de Dios. No hay
más que un color: el color de los hijos de Dios. Y no hay más que una lengua:
ésa que habla al corazón y a la cabeza, sin ruido de palabras, pero dándonos a
conocer a Dios y haciendo que nos amemos los unos a los otros” San Josemaría
Escrivá.
Gracias a las pocas y escasas imágenes de la JMJ08 que nos proporcionan
los medios de comunicación estos días, una gran mayoría de espectadores, entre
los que tengo la suerte de encontrarme, descubrimos la actualidad de aquellas
palabras que nos dirigió San Pablo en el capítulo 8 de la carta a los romanos:
“Porque los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios”.
Resulta muy interesante , especialmente hoy en día en que la vida
cristiana parece una carga difícil de llevar, llena, dicen algunos, de
prohibiciones trasnochadas y normas difíciles de cumplir , ver cómo nos
admiramos ante unos jóvenes que no se cortan un pelo en gritar por todos los
confines de la tierra : “¡Abbá, Padre!”.
Es más, como ya pasó en tiempos de nuestro Señor, estos jóvenes que “lo
han dejado todo y le han seguido” demuestran con su vida alegre y descomplicada
lo que es, ni más ni menos, el fundamento de la vida cristiana: Dios es nuestro
Padre, y, como el mejor de los padres, nos ha “regalado” lo más preciado que
tiene: A Su Hijo, como modelo de vida, nacido de María, Madre de Dios y Madre
nuestra.
De hecho, es el orgullo de ser hijo de Dios el sello que llevamos
impreso en el corazón y que nuestros jóvenes lo muestran sin rarezas pero con
descarada libertad por las calles y plazas de Sídney. Un orgullo alegre,
valiente, natural, servicial y generoso propio de una juventud dispuesta a ser,
como decían antiguamente nuestras abuelas, digno hijo de su Padre y a no
defraudarlo.
Y ante esto, nosotros, sus mayores, ¿no les parece que otro gallo
cantaría en nuestra pequeña granja si, como estos jóvenes, empezáramos a ser un
poco más coherentes con nuestra vida y nos propusiéramos vivir como hijos de
Dios, hablar como hijos de Dios, divertirnos como hijos de Dios, vestir como
hijos de Dios, defender la dignidad humana como hijos de Dios, hacernos oír
como hijos de Dios,… “Para que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a
vuestro Padre, que está en los cielos”
Mt 5, 16? RF
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