Sacerdote y
Fundador, 16 de Enero
Martirologio: Venerable Siervo de Dios Louis-Antoine Rose
Ormières, sacerdote francés, fundador de la Congregación de las Hermanas del
Santo Ángel de la Guardia (†1890)
Fecha de beatificación: 22 de abril de 2017, durante el pontificado
de S.S. Francisco.
Nació en Francia, Quillán, departamento de l´Aude, el 14 de julio 1809, en plena época de la post-revolución francesa.
Estudia en el seminario
de Carcassonne y pronto sus superiores descubren en él una decidida vocación
pedagógica por lo que le nombran profesor del Seminario Mayor. El 21 de
diciembre de 1833 recibe la ordenación sacerdotal a la edad de 24 años.
Luís Ormières no es un
erudito, ni un teórico, es un sacerdote sencillo que conoce su tiempo e
interpreta la realidad a la luz del evangelio. Es un hombre de acción y de
fidelidad que se deja afectar por una llamada o inspiración del cielo. Se
muestra flexible a la voluntad de Dios sobre él. Sienta la llamada de atender a
la educación de los niños que están faltos de cultura y formación cristiana, de
ahí todo su empeño en hacerse ayudar por religiosas que junto con él se
entreguen generosamente a esta causa. Define su perfil una gran vocación de
educador de la niñez y juventud, especialmente los niños y jóvenes del campo.
Sabía que la educación se apoyaba en la igual dignidad de las personas y en el
reconocimiento del don particular que a cada individuo Dios le concede.
Como educador muestra
esmerada atención a la formación de los niños y jóvenes más desfavorecidos,
pues estaba persuadido de que donde están los pobres allí tiene que estar la
Iglesia.
Por su talante
evangélico se inclina siempre en atender las urgencias y necesidades de los más
pobres. Para él, el servicio a los demás estaba por encima de cualquier otro
interés y también del riesgo de su misma vida como lo demostró en su entrega a
los afectados por las epidemias en Camus (1838 y 1845). Vivió su propia
vocación como un acto de obediencia al Señor. El Dios de su vida le dotó de
sabiduría para situarse en una sociedad e Iglesia atravesada de fracturas. Lo
hizo desde un gran espíritu de libertad.
Creía en el destino
personal de cada individuo y en el don propio de cada persona.
Murió en Gijón, el día
16 de enero de 1890. Dirigió su fundación durante 51 años con sabiduría,
dulzura y firmeza.
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