lunes, 21 de octubre de 2019

Guía completa sobre la cirrosis

¿Sabías que el órgano interno más grande que tienes dentro es tu hígado? Es aproximadamente del tamaño de una pelota de fútbol y puede pesar hasta 1,360 kg en total. Es responsable de eliminar muchas toxinas desagradables de tu cuerpo, por lo que es realmente importante cuidarlo. Una complicación importante que puede ocurrir en el hígado es la cirrosis. Si bien actualmente no tiene una cura conocida, existen muchos procedimientos naturales y clínicos que pueden limitar el riesgo de insuficiencia hepática y complicaciones adicionales.
¿Qué es la cirrosis?
La cirrosis es una enfermedad progresiva donde se desarrolla tejido cicatricial en el hígado. Resulta en una disfunción que termina afectando la función esencial como los niveles hormonales, la digestión de nutrientes esenciales, el flujo sanguíneo y la eliminación de productos de desecho del cuerpo.
El abuso de alcohol, ciertos virus (como la hepatitis) y tener antecedentes de enfermedad del hígado graso son las causas más comunes de cirrosis. Otros factores de riesgo incluyen la genética, malas elecciones dietéticas y niveles peligrosamente altos de colesterol malo.
La cirrosis causó que el hígado se deteriorara con el tiempo, y una vez que alcanza sus etapas más avanzadas, podría desarrollarse insuficiencia hepática o cáncer de hígado. En tal etapa, un trasplante de hígado suele ser la única opción que queda, por lo que es importante actuar lo más rápido posible y cuidar adecuadamente su hígado durante toda su vida.
¿Cuáles son los síntomas de la cirrosis?
La cirrosis generalmente se acompaña de una gran cantidad de síntomas que incluyen: 
·        Pérdida de apetito.
·        Falta de energía.
·        Síntomas de ictericia.
·        Tobillos o piernas hinchadas.
·        Picazón en la piel.
·        Orina de color oscuro.
·        Heces pálidas o de color alquitrán.
·        Moretones fácilmente.
·        Cambios de peso inexplicables.
·        Síndrome de fatiga crónica.
·        Problemas digestivos, como vómitos, náuseas, calambres o dolor abdominal.
·        Problemas cognitivos como desorientación, cambios de humor, confusión o cambios de personalidad.
¿Qué causa la cirrosis?
Hay varios factores que pueden conducir al desarrollo de la cirrosis, que pueden derivarse tanto de su propio estilo de vida y hábitos, como de factores externos y ambientales.
Los factores de riesgo más comunes para la cirrosis hepática incluyen:
·        Beber demasiado alcohol.
·        Fumar.
·        Abuso de drogas.
·        Consumir una dieta pobre.
·        Tener antecedentes de enfermedad del hígado graso, diabetes o síndrome metabólico.
·        Ser obeso.
·        Altos niveles de triglicéridos.
·        Altos niveles de colesterol malo.
·        Factores genéticos.
·        Exposición constante a toxinas o contaminantes.
·        Infecciones graves o virus.
Tratamiento convencional de la cirrosis
El tratamiento convencional para la cirrosis dependerá en última instancia de lo que la causó inicialmente, así como de cuánto ha progresado la enfermedad. Los médicos generalmente combinan una serie de tratamientos diferentes que incluyen tanto medicamentos como cambios importantes en el estilo de vida. Desafortunadamente, no existe una cura de libro de texto para esta enfermedad, sin embargo, se ha encontrado que estas técnicas son las más efectivas:
·        Eliminar los alimentos procesados.
·        Reducir tu consumo de sal.
·        Incrementar la ingesta de nutrientes.
·        Eliminar el consumo de drogas y alcohol.
·        Uso de diuréticos para controlar la ascitis y el edema.
·        Controlar los niveles de colesterol.
·        Perder peso.
·        Terapia cognitiva.
·        Uso de laxantes para mejorar la eliminación de toxinas.
·        Usar esteroides y medicamentos antivirales si la causa es hepatitis.
Lidiando con la cirrosis naturalmente
1. Limpiar el hígado regularmente
Para limpiar tu hígado, trate de comer lo más que pueda de lo siguiente:
·        Frutas cítricas.
·        Jengibre.
·        Verduras de hoja verde.
·        Jugos de vegetales.
·        Verduras crudas o al vapor.
·        Plátanos, aguacates y batatas.
·        Cúrcuma.
·        Semillas de cardo mariano.
·        Espirulina, Chlorella y hierba de trigo.
·        Raíz de bardana.
·        Té de raíz de diente de león.
·        Aceite de semilla de negro.
·        Probióticos.
·        Jugo de limón.
·        Aceite de coco.
·        Aceite de oliva virgen extra.
·        Hígado de res y otras vísceras.
·        Vinagre de manzana crudo.
2. Consume una dieta antiinflamatoria y orgánica
La clave para mantener un hígado sano y funcional es consumir muchas verduras orgánicas con la mayoría de las comidas. Idealmente, debes intentar consumir alrededor de 4 o 5 porciones de vegetales frescos y orgánicos cada día. Si esto parece demasiado, es posible que desees considerar exprimirlos.
Para poner la menor cantidad de tensión posible en su hígado, debes limitar las grasas saturadas que come a productos animales de alta calidad libres de jaulas, de granja o alimentados con pasto. Esto se debe a que se ha descubierto que los animales criados en cautiverio almacenan muchas más toxinas en tu grasa de lo deseable. Como regla general, cuantos menos alimentos salgan de un envase, más seguro debería ser para tu hígado.
Estas son algunas de las mejores verduras para el hígado que puedes comer:
·        Brócoli.
·        Coliflor.
·        Apio.
·        Repollo.
·        Coles de Bruselas.
·        Col rizada.
·        Espinacas.
·        Diente de león.
·        Berros.
·        Espárragos.
·        Pepino.
·        Raíz de remolacha.
·        Zanahoria.
·        Hierbas, como albahaca, menta, perejil y cilantro.
3. Usa suplementos naturales
Muchos suplementos pueden ayudar a producir enzimas y bilis adecuadas, reducir el gas intestinal, disminuir la inflamación y calmar el sistema digestivo.
Estos son algunos de los más poderosos:
·        Cúrcuma: esta potente especia antiinflamatoria ayudará al metabolismo de su hígado al proporcionarle un equilibrio decente de azúcar en la sangre. También puede ayudar a su tracto digestivo.
·        Cardo mariano: ayuda a eliminar la acumulación de alcohol, contaminantes y metales pesados.
·        Probióticos: estos pueden ayudar a mejorar la salud de su hígado al ayudarlo con su desintoxicación y metabolismo.
·        Multivitaminas: la vitamina A, la vitamina C y la vitamina B-6 son particularmente las más esenciales para proteger el hígado.
·        Potasio: mineral extremadamente beneficioso ya que reduce el colesterol, los niveles de triglicéridos y la presión arterial sistólica.
4. Verifica la medicación que está tomando
Una cantidad considerable de medicamentos recetados puede terminar dañando tu hígado como un efecto secundario no deseado. Se ha descubierto que los peores delincuentes son los medicamentos de reemplazo hormonal y las píldoras anticonceptivas, sin embargo, muchos otros medicamentos también pueden ejercer una presión innecesaria sobre el hígado.
Desafortunadamente, la investigación ha demostrado que una gran cantidad de medicamentos recetados se recetan en exceso, se mezclan con otras drogas de manera peligrosa o se toman de manera incorrecta. Si está tomando medicamentos, le recomendamos que aprenda cómo pueden afectar negativamente su hígado y que siga cuidadosamente las instrucciones de dosificación cuando los tome. También sería una buena idea preguntarle a un profesional de la salud si hay algún remedio natural con el que puedan reemplazarse. YTL

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