20 de noviembre: Día
mundial de la EPOC
La Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) es una patología que
afecta principalmente las vías respiratorias, lo que genera obstrucción
bronquial y, que si bien se puede prevenir, una vez que aparece no es
totalmente reversible.
La misma se caracteriza
por episodios de bronquitis crónica y/o enfisema (destrucción de la
arquitectura pulmonar) y los síntomas típicos son, falta de aire, tos, catarro
bronquial y silbidos en el pecho.
Su prevalencia está
directamente relacionada al hábito de fumar, aunque también hay que considerar
otros factores tales como el humo de leña, antecedentes de infecciones
respiratorias o asma mal tratado en la infancia, o gases ambientales.
Estudios epidemiológicos
revelaron que hay unas 350 millones de personas en el mundo con EPOC - lo que
corresponde a una prevalencia del 11% de la población mundial - y que esta
enfermedad causa alrededor de 3 millones de muertes por año (5.6% de las
muertes mundiales) – dato que la posiciona como la cuarta causa de muerte a
nivel global.
Además, se observa un
incremento mundial de casos desde un valor estimado de 149 millones de sujetos
en 2005 a 174,5 millones en 2015 lo que significa un 17% de incremento en la
prevalencia general. De continuar esta tendencia, se espera que en 2030 el
número ascienda a 4,5 millones de muertes.
La enfermedad no sólo
afecta al aparato respiratorio, tiene también manifestaciones cardiovasculares,
afectación de músculos y huesos, depresión y anemia, entre otras consecuencias.
A medida que la EPOC progresa, disminuye la función pulmonar y la actividad física
se nota seriamente limitada, lo que dificulta la capacidad de los pacientes de
llevar una vida plena, interfiriendo con las tareas diarias.
Al momento los únicos
datos fidedignos existentes en nuestro país sobre la enfermedad son los
arrojados por el estudio EPOC.AR realizado por la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR).
Según sus resultados,
esta enfermedad tiene un 14,5% de prevalencia en la población local mayor de 40
años y se da más en hombres (18%) que en mujeres (11%), aunque la prevalencia
en las mujeres va en aumento de manera alarmante, seguramente debido al mayor
hábito de fumar en ellas en los últimos 30 años.
A su vez, se demostró
una elevada tasa de sub-diagnóstico ya que solo un 22% de los sujetos
diagnosticados en dicho estudio se conocían como pacientes con EPOC.
«Se debe sospechar la
posibilidad de EPOC ante todo paciente con más de 40 años tabaquista activo o
que haya fumado como mínimo un paquete de cigarrillos por día durante 10 años y
que presente síntomas respiratorios crónicos como falta de aire o tos
habitualmente matutina y con expectoración, o aunque no tenga síntomas también
debería pensarse en un grado leve de enfermedad», comentó el Dr. Gastón De
Stefano, médico neumonólogo de INEBA.
El especialista agregó:
«Es importante tener en cuenta que los fumadores le restan importancia a sus
síntomas como la tos intermitente ya que la interpretan como normal por el
cigarrillo por lo que todo médico debe sugerirle a esos pacientes realizarse
una espirometría una vez al año».
Para poder diagnosticar
EPOC, la espirometría es el método más utilizado. Consiste en un estudio
sencillo, no invasivo, en el que el paciente solo debe soplar en un dispositivo
que permite evaluar la capacidad pulmonar y detectar las obstrucciones al flujo
aéreo persistente luego de administrar broncodilatadores y así poder
estadificarlo desde grado leve a muy severo.
¿Cómo tratar el EPOC?
Si bien la estrategia
principal debe orientarse a la cesación tabáquica hay muchos pacientes que lamentablemente
continúan fumando a pesar del diagnóstico.
«En cuanto al
tratamiento en el pasado, se implementaban terapéuticas similares al
tratamiento del asma bronquial combinando terapia con corticoides inhalados y
broncodilatadores de forma diaria y prolongada. En los últimos años varios
estudios publicados demostraron que una terapia de broncodilatación dual -
usando dos broncodilatadores combinados - tiene mayor respuesta terapéutica en
cuanto a la disminución de la disnea y la frecuencia de exacerbaciones,
relegando a los corticoides inhalados a solo un grupo específico de pacientes
con inflamación especifica (aumento de eosinófilos en sangre), disminuyendo el
riesgo de neumonía que este medicamento puede provocar», detalló el Dr. De
Stefano.
¿Y más allá de los
medicamentos?
1) Para comenzar, lo
principal es dejar de fumar, usando apoyo psicológico y tratamiento
farmacológico si lo requiriese. Esta es la medida más eficaz. Retrasa la
pérdida de función pulmonar y mejora la sobrevida, cambiando el curso de la
enfermedad.
Se desaconseja el uso de
cigarrillos electrónicos porque además de mantener el hábito se está
demostrando la injuria pulmonar que provoca.
Los últimos datos de
tabaquismo son positivos ya que la tasa de población adulta que fuma va en
descenso y la exposición al humo de tabaco ajeno en lugares de trabajo, bares y
restaurantes, e inclusive en el hogar, también se redujo significativamente.
2) Otra acción a realizar
es hacer ejercicio de manera regular. Puede ser gimnasia, deporte o paseos.
Tanto para fumadores como para no fumadores moverse disminuye el riesgo de
desarrollar la enfermedad en el futuro. Existen programas de rehabilitación
pulmonar dirigidos por kinesiólogos especializados que demuestran que cuanto
antes comiencen con esta terapéutica, mayor tolerancia tendrán a la falta de
aire y en consecuencia, se generará menor mortalidad.
3) Tratar las
comorbilidades (enfermedades) asociadas principalmente las cardiovasculares.
4) Vacunarse. Contar con
las vacunas antigripales anuales ha demostrado reducir las exacerbaciones. A su
vez, los pacientes mayores de 65 años y aquellos menores a esta edad pero con
estadios avanzados de la enfermedad, deben darse la vacuna antineumocócica.
5) En los casos de mayor
severidad y con alto riesgo de mortalidad se debe plantear la oxigenoterapia
domiciliaria y evaluar la posibilidad de un trasplante pulmonar si cumple con
los criterios adecuados.
«La tendencia actual es
el manejo individualizado del paciente con EPOC, utilizando las diferentes
estrategias farmacológicas en cada paciente de acuerdo a su sintomatología,
pero sin olvidar la medida general más importante que debe ser aplicada a todos
los pacientes - que cambia la evolución y el pronóstico de la enfermedad - que
es el dejar de fumar. Dada la alta tasa de sub-diagnóstico y la escasa
utilización de la espirometría como método de screening son necesarias mayores
estrategias sanitarias para una mayor conciencia de la enfermedad en la
población. Debido a la alta prevalencia de la enfermedad es primordial que al
estudio respiratorio se lo conozca al mismo nivel que el electrocardiograma.
Recién ahí se logrará un verdadero cambio de paradigma en la EPOC», reflexionó
el neumonólogo. BP
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