El estrés es
un sentimiento de tensión física o emocional
que puede provenir de cualquier situación o pensamiento que lo haga sentir a
uno frustrado, furioso o nervioso. En pequeños episodios el estrés puede ser
positivo, como cuando le ayuda a evitar el peligro o cumplir con una fecha
límite. Pero cuando el estrés dura mucho tiempo, puede dañar su salud,
alterando nuestro descanso, como nuestra alimentación y nuestro comportamiento.
Si no nos
alimentamos adecuadamente, nuestro organismo no recibe el aporte necesario de
nutrientes, lo que produce una carga de estrés en nuestras células, debido a
que no logramos satisfacer sus necesidades para el normal funcionamiento, lo
que produce finalmente alteraciones en el aparato
digestivo, donde se desarrollan los procesos de absorción y aprovechamiento de
nutrientes.
Por otra
parte, las emociones, especialmente las
negativas, pueden alterar el apetito, y como consecuencia, la
correcta conducta alimentaria, manifestándose en algunas personas como anorexia
o bien, obsesionarse por las comidas - comer impulsivamente -, lo que conlleva
a la desconexión de las señales psicológicas del hambre y saciedad. Este tipo
de comportamiento puede llevar a un sobrepeso, contribuyendo a otros problemas
psicológicos.
En situaciones
de estrés muchas personas prefieren comer “alimentos reconfortantes”
como productos derivados de harinas refinadas y/o altos en azucares (queques,
galletas u otros) que, además, tienen alto contenido en grasas, sal y calorías,
lo que puede generar no solo aumentar de peso, sino también tener una serie de
riesgos en nuestra salud como síndrome metabólico (triglicéridos elevados,
colesterol HDL (bueno) disminuido, exceso de grasa abdominal, entre otros).
Existen alimentos que aumentan los niveles de
serotonina,
una sustancia química del cerebro que actúa como calmante del estrés, y también
existen alimentos que pueden reducir los niveles de cortisol y la adrenalina,
hormonas del estrés que perjudican al cuerpo con el paso del tiempo.
Entre los
alimentos recomendados para bajar el estrés están los que poseen altos niveles
de triptófano, los cuales aumentan los niveles de serotonina. Este lo podemos
encontrar en: pavo, pollo y huevos.
Sin embargo,
también es fundamental, para sintetizar dicha sustancia, aportar a nuestra
alimentación omega 3, el que
encontramos en el pescado fresco (esto asegura la ingesta de ácidos grasos
saludables); magnesio y zinc, presentes en alimentos como el plátano, las nueces, legumbres y verduras como la espinaca
(considerados antidepresivos naturales).
Por otra
parte, los alimentos que también provocan que el
cerebro fabrique más serotonina son los hidratos de carbono complejos,
y en esta categoría, los que poseen una mayor fuente están: la avena, las
pastas, el pan y los cereales integrales. En cuanto a las porciones
recomendadas de estos alimentos no deben superar ¾ de taza. EL
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