Monje y
Mártir, 28 de Noviembre
Martirologio Romano: En
Constantinopla, san Esteban el Joven, monje y mártir, que en tiempo del
emperador Constantino Coprónimo, por dar culto a las imágenes sagradas fue
atormentado con variados suplicios y confirmó la verdad católica con el
derramamiento de su sangre. († 764)
San Esteban el joven, uno de los más famosos
mártires de la persecución iconoclasta, nació en Constantinopla. Cuando tenía
quince años, sus padres, lo confiaron a los monjes del antiguo monasterio de
San Auxencio, no lejos de Calcedonia. El oficio del joven consistía en comprar
las provisiones. Cuando murió el Egúmeno (Abad) Juan, Esteban fue elegido para
sucederle. El monasterio consistía en una serie de celdas aisladas,
desperdigadas en la montaña. El nuevo abad se estableció en una cueva de la
cumbre. Ahí unió el trabajo a la oración: se ocupaba en copiar antiguos libros.
El emperador Constantino V Coprónimo (718-775)
continuó la guerra que su padre, León III Isáurico (675-741), había declarado a
las imágenes. Como era de esperar, encontró entre los monjes la oposición más
fuerte y contra ellos tomó las medidas más rigurosas, Como estaba al tanto de
la gran influencia de Esteban, el emperador se esforzaba -sin éxito alguno-
para que suscribiese el decreto promulgado por los obispos iconoclastas en el
sínodo de Hiera del año 753 (Sínodo espurio por ser convocado por el Emperador
y no por el Papa).
Esteban fue llevado preso en un navío a un
monasterio de Crisópolis, donde fue sometido a juicio. Al principio, le
trataron cortésmente, pero después empezaron a maltratarle con brutalidad. El
santo les preguntó cómo se atrevían a calificar de ecuménico un concilio que no
había sido aprobado por los otros patriarcas, y defendió tenazmente la
veneración de las sagradas imágenes. Por ello, fue desterrado a la isla de
Proconeso.
Dos años más tarde, Constantino Coprónimo mandó que
fuese trasladado a una prisión de Constantinopla. Unos cuantos días después, el
santo compareció ante el emperador. Este le preguntó si creía que pisotear una
imagen era lo mismo que pisotear a Cristo. Esteban replicó: “Ciertamente que
no”. Pero en seguida, tomando una moneda, preguntó qué castigo merecía el que
pisoteara la imagen del emperador que había en ella. La sola idea de ese crimen
provocó gran indignación. Entonces Esteban preguntó: “¿De modo que es un crimen
enorme insultar la imagen del rey de la tierra y no lo es arrojar al fuego las
imágenes del Rey del cielo?”. Las respuestas del monje sacudieron a Coprónimo y
desataron su ira, hasta que lo condenó a ser azotado; sin embargo, sin que
mediara orden del emperador, San Esteban fue asesinado por un grupo de
oficiales en el palacio de Constantinopla.
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