Texto del
Evangelio (Lc 21,5-11): En aquel
tiempo, como dijeran algunos acerca del Templo que estaba adornado de bellas
piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «Esto que veis, llegarán días en que no
quedará piedra sobre piedra que no sea derruida».
Le
preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas
estas cosas están para ocurrir?». Él dijo: «Estad alerta, no os dejéis engañar.
Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘el tiempo
está cerca’. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no
os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin
no es inmediato». Entonces les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino
contra reino. Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares,
habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo».
«No quedará piedra sobre piedra»
Comentario:
+ Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret (Vic, Barcelona, España)
Hoy escuchamos asombrados la severa advertencia
del Señor: «Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra
que no sea derruida» (Lc 21,6). Estas
palabras de Jesús se sitúan en las antípodas de una así denominada “cultura del
progreso indefinido de la humanidad” o, si se prefiere, de unos cuantos
cabecillas tecnocientíficos y políticomilitares de la especie humana, en
imparable evolución.
¿Desde dónde? ¿Hasta dónde? Esto nadie lo sabe ni
lo puede saber, a excepción, en último término, de una supuesta materia eterna
que niega a Dios usurpándole los atributos. ¡Cómo intentan hacernos comulgar
con ruedas de molino los que rechazan comulgar con la finitud y precariedad que
son propias de la condición humana!
Nosotros, discípulos del Hijo de Dios hecho
hombre, de Jesús, escuchamos sus palabras y, haciéndolas muy nuestras, las
meditamos. He aquí que nos dice: «Estad alerta, no os dejéis engañar» (Lc 21,8). Nos lo dice Aquel que ha
venido a dar testimonio de la verdad, afirmando que aquellos que son de la
verdad escuchan su voz.
Y he aquí también que nos asevera: «El fin no es
inmediato» (Lc 21,9). Lo cual quiere
decir, por un lado, que disponemos de un tiempo de salvación y que nos conviene
aprovecharlo; y, por otro, que, en cualquier caso, vendrá el fin. Sí, Jesús,
vendrá «a juzgar a los vivos y a los muertos», tal como profesamos en el Credo.
Jesús nos estimula y consuela con estas otras
palabras: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestra vida» (Lc 21,19).
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