Sacerdote
Jesuita, 29 de Noviembre
Martirologio Romano: Presbítero jesuita, primer y principal apóstol en España de la
devoción al Sagrado Corazón de Jesús († 1735)
Fecha de beatificación: 18 de abril de 2010, siendo Papa
S.S. Benedicto XVI.
Bernardo
Francisco de Hoyos (1711-1735) nació en Torrelobatón (Valladolid) y fue
declarado Venerable por Juan Pablo II el 12 de Enero de 1996. Está considerado
como el principal apóstol de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús en España
y, a pesar de sus pocos años de vida, puede considerarse un místico
extraordinario. No escribió grandes obras, pues Bernardo de Hoyos falleció a
los 24 años, pocos meses después de su ordenación sacerdotal. Solamente
instrucciones y documentos espirituales, algunos sermones, apuntes, y varios
centenares de cartas, posiblemente más de 200 de ellas a su director espiritual
el P. Juan de Loyola.
Al fallecer
Bernardo de Hoyos en 1735, el P. Juan de Loyola escribió un manuscrito titulado
«Vida del V. y angelical joven P. Bernardo Francisco de Hoyos de la Compañía de
Jesús» en el que relata la vida de Bernardo: Comienza por su nacimiento y
primeros años en Torrelobatón (Valladolid), luego la vida de estudiante en
Villagarcía de Campos y en Medina del Campo, la de estudiante de Teología en
Valladolid, su ordenación sacerdotal, y su fallecimiento pocos meses después.
En mayo de
1733, cuando Bernardo tenía solamente 21 años y era estudiante de teología en
Valladolid, tuvo conocimiento del culto al Sagrado Corazón de Jesús. Esto
escribió Bernardo entonces: «Yo que no había oído jamás tal cosa, empecé a leer
el origen del culto del Corazón de nuestro amor Jesús, y sentí en mi espíritu
un extraordinario movimiento fuerte, suave y nada arrebatado ni impetuoso, con
el cual me fui luego al punto delante del Señor sacramentado a ofrecerme a su
Corazón para cooperar cuanto pudiese a lo menos con oraciones a la extensión de
su culto».
Bernardo de
Hoyos pedía que la devoción al Corazón de Jesús fuese conocida en España, como
lo era en Francia y en otros países, y que hubiese la fiesta del Sagrado
Corazón. Escribió Bernardo: «Dióseme a entender que no se me daban a gustar las
riquezas de este Corazón para mí sólo, sino para que por mí las gustasen otros.
Pedí a toda la Santísima Trinidad la consecución de nuestros deseos, y pidiendo
esta fiesta en especialidad para España, en que ni aun memoria parece hay de
ella, me dijo Jesús: ‘Reinaré en España, y con más veneración que en otras
muchas partes’ «.
El joven
Bernardo quería extender el culto al Sagrado Corazón en España, en la América
española y en todo el mundo. Ayudó a que se trajeron estampas de Roma, que
luego se imprimieron también aquí. Pidió a su director espiritual el P. Juan de
Loyola que escribiese un libro que se tituló «Tesoro escondido en el
Sacratísimo Corazón de Jesús», ocupándose Bernardo de recaudar los fondos
necesarios para su impresión (la primera edición del libro se hizo en
Valladolid, en 1734, en la imprenta de Alonso del Riego, impresor de la Real
Universidad). Se enviaron ejemplares a la Casa Real, a Obispos y Arzobispos, y
a muchas partes de España y América. Numerosos Obispos y Arzobispos concedieron
indulgencias a los que lo leyesen. Fue tal la difusión del libro «Tesoro
escondido», que en pocos años se hicieron ocho ediciones en diferentes
ciudades.
En relación a
la primera edición del «Tesoro escondido», en la que tanto colaboró Bernardo,
su director espiritual el P. Juan de Loyola relata lo siguiente: Cuando
Bernardo de Hoyos se acercó a comulgar llevando bajo la sotana el primer
ejemplar del libro, «... preguntó amorosísimo el Señor al H. Bernardo qué pedía
a su Corazón en recompensa....; respondió el H. Bernardo que no pedía más que
la extensión de su celestial culto y sus progresos en España y en toda la
Iglesia. Pero sintiendo que deseaba el Señor le pidiese todavía alguna gracia
especial para su librito del Tesoro, le suplicó humildemente se sirviese
confirmar las gracias e indulgencias que los señores Obispos habían concedido a
los que lo leyesen. Oyó el benignísimo Señor la humilde súplica de su siervo, y
accediendo a ella, le respondió con un rostro de amor y majestad que su Corazón
las confirmaba: mas, que los que leyesen este librito con buena intención,
serían aprobados de su Corazón; el cual a todos concedía, entre otros, un don
especial: a los pecadores, inspiraciones por medio de su lectura para salir de
su mal estado; a los justos, mayores gracias y deseos de caminar a la
perfección; a los perfectos, un amor purísimo y ardentísimo a su Corazón, en el
cual sentirían sus deliciosísimas dulzuras».
En 1735, el P.
Bernardo de Hoyos enfermó de tifus y tras una corta enfermedad, falleció en
Valladolid el 29 de noviembre de 1735.
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