sábado, 23 de noviembre de 2019

Ya están naciendo en la Ciudad de Buenos Aires los mosquitos que transmiten dengue

Llegó el calorcito. Y además de las flores en los jardines empezaron a eclosionar los huevos de Aedes aegypti (el mosquito doméstico que transmite el virus del dengue, pero también los del zika, el chikungunya, la fiebre amarilla y la dirofilaria, que afecta gravemente a los perros).
Después de mantenerse en estado de latencia durante el invierno, ya generaron los primeros adultos. Los detectaron investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA que monitorean constantemente las poblaciones de este insecto.
“En la medida en que aumenten la temperatura y las lluvias, la población crecerá hasta alcanzar su pico en la segunda semana de enero -informa en nexciencia.exactas.uba.ar Nicolás Schweigmann, director del Grupo de Estudio de Mosquitos (GEM)-. Es el momento ideal para tomar medidas de prevención”.
La tarea consiste en evitar los objetos que amontonan agua, darlos vuelta o taparlos para impedir que la hembra de mosquito deposite allí sus huevos. “Si se le quitan los recipientes que acumulan agua, el insecto estará complicado para reproducirse. Se hace así un control de natalidad efectivo. Aunque no se logre extinguirlo completamente, se pueden bajar los niveles de umbral de transmisión”, precisa quien en 1995 encontró por primera vez un Aedes en la ciudad.
Este año los brotes de dengue y las picaduras de Aedes aegypti mantienen en vilo a las autoridades sanitarias de la región. En Honduras murieron 200 personas por esta enfermedad, la epidemia fue muy fuerte en América Central y se calcula que en Brasil este año hubo casi siete veces más casos que en 2018.
Este panorama es especialmente preocupante en vistas de las Fiestas y el inicio de la temporada turística, que puede traer el virus al país cuando las personas que visitan zonas afectadas regresan a sus hogares.
El Aedes aegypti es un mosquito doméstico, es decir que no se aleja más de 40 o 50 metros de su criadero y afecta a los vecinos que se encuentran en la misma manzana, que es su radio de acción.
“Al zika, chikungunya, dengue, fiebre amarilla y otros cuadros se suma hoy la dirofilaria, que afecta el corazón de los perros y en el ser humano puede producir nódulos en los pulmones -destaca Schweigmann-. En la provincia de Buenos Aires, estudios veterinarios mostraron que entre el 10 y el 15 por ciento de las mascotas caninas la padecen. Esto me preocupa más que el dengue porque todo el año hay posibilidad de transmisión”.
Precauciones
Los científicos aconsejan tomar distintas medidas de prevención para evitar la proliferación de este mosquito. Además de evitar la acumulación de agua (en floreros, macetas e incluso en volúmenes muy, muy pequeños, como una tapita de gaseosa), una posibilidad es instalar un sensor fácil de diseñar con un frasco de mermelada y un poco de agua.
“La hembra entra en el frasco, atraída por el agua, para poner el huevo”, indica Schweigmann. Una simple mirada semanal al dispositivo casero permite visualizar si se advierte algo parecido a pequeños granos de arroz de medio a un milímetro de largo y de color negro. Si esto ocurre quiere decir que a no más de 40 metros existe un criadero. “Con los vecinos se puede armar una red de WhatsApp y avisar si el sensor detectó huevos para organizar una búsqueda del tesoro, es decir, de sitios de cría, con el fin de eliminarlos. O, al menos, avisar que hay Aedes para estar prevenido, y si uno tiene síntomas de dengue o si su perro padece dirofilaria se sabe por qué”, afirma.
Cada mosquita pone entre 60 y 100 huevos por puesta, y esto se repite cada dos o tres días. “Para que la población se mantenga estable solo requiere de dos, un macho y una hembra. Es decir que si de 100 huevos mueren 98, igual sobrevive. Es un animal preparado para las extinciones locales; por eso -subraya- no sirven los insecticidas ni otros métodos”.
Lugares críticos
Entre los sitios identificados como favorables para generar criaderos de mosquitos sobre la base de su relevamiento en la ciudad, el científico menciona las obras en construcción, que, con sus tachos de 200 litros y mezcladoras, pueden acumular agua de lluvia y facilitar el ciclo del insecto. “Como el mosquito necesita de una semana o más para su desarrollo, los elementos se deben dar vuelta o tapar el viernes o sábado, cuando se deja de trabajar en las obras. De este modo, impide su crecimiento”, aconseja.
Más allá de las iniciativas privadas, los investigadores reclaman de las autoridades que desarrollen acciones de prevención y se ofrecen a brindar asesoramiento gratuito. “Los hospitales, escuelas o instituciones que dependen del Estado deberían cuidar el ambiente y controlar las cercanías para declarar su zona libre de Aedes. Sabemos cómo vive el mosquito, qué estrategias desarrolla. Hay que tomar medidas ambientales que favorezcan nuestra salud. Estamos en situación de riesgo si no se hace lo que habría que hacer en materia de prevención”, afirma Schweigmann.
Aedes aegypti: un vector, varias dolencias
Según los científicos, familias e individuos tenemos que participar en la prevención del dengue, el zika, la fiebre chikungunya y otras enfermedades transmitidas por el mosquito Aedes aegypti evitando la acumulación de agua, incluso en pequeñas cantidades, en patios, veredas y balcones. Un solo predio puede contener criaderos para producirlos en suficientes cantidades como para que constituyan un foco de transmisión local. Entre los lugares críticos, mencionan los edificios en construcción y los neumáticos desechados. BP

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