Sacerdote
Dominico, 30 de Noviembre
Martirologio Romano: En Montpellier de la
Provenza, Francia, beato Juan de Vercelli, presbítero, maestro general de la
Orden de Predicadores, que predicó incansablemente la reverencia al nombre de
Jesús († 1283).
Fecha de beatificación: Culto confirmado por el Papa Pío X en el año
1903.
Nota: Anteriormente se lo recordaba el día 1 de diciembre.
Juan nació en Vercelli alrededor del año 1205. Cuando la historia habla de él por primera vez,
tenía ya cuarenta años y era prior de los dominicos de Vercelli.
Tras haber dado pruebas de su fuerza de carácter y
habilidades en varios cargos y misiones, fue elegido como sexto maestro general
de la Orden de Predicadores, en 1624.
Durante diecinueve años, desempeñó ese oficio en
forma muy distinguida. Juan era de estatura más bien baja (en su primera carta
a sus hermanos se llama a sí mismo “pobre hombrecito”) y de rostro tan alegre
que, según se dice, exigía que su ayudante fuese siempre un fraile de aspecto
severo e imponente. Pero su energía suplía con creces su baja estatura.
En efecto, visitó y reformó incansablemente los
conventos de su orden en toda Europa, sin dispensarse jamás durante sus viajes
de los ayunos eclesiásticos y de los de su orden.
Gregorio X, poco después de su elección al
pontificado, confió a Juan de Vercelli y a los dominicos la tarea de hacer la
paz entre los estados italianos. Tres años más tarde, el Papa pidió al beato
que redactase un “esquema” para el segundo Concilio Ecuménico de Lyon.
En el Concilio conoció el Beato Juan a Jerónimo de
Ascoli (más tarde Nicolás IV), quien había cedido a San Buenaventura en el
cargo de general de los franciscanos. Ambos escribieron juntos una carta a sus
súbditos. Más tarde, la Santa Sede los envió como mediadores
entre Felipe III de Francia y Alfonso X de Castilla. Ello no fue más que una
continuación del oficio de pacificación en el que tanto se distinguió Juan de
Vercelli.
El beato fue uno de los primeros propagadores de la
devoción al nombre de Jesús, que el Concilio de Lyon recomendó como acto de
reparación por las blasfemias de los albigenses.
El Beato Gregorio X eligió particularmente a Juan
de Vercelli como capitán de la Orden de Predicadores, para difundir esa
devoción y escribió inmediatamente a todos los provinciales.
Filialmente se decidió que en todas las iglesias de
los dominicos hubiese un altar dedicado al Santo Nombre de Jesús y que se
formasen cofradías contra la blasfemia.
En 1278, el maestro general envió a un visitador a
Inglaterra, donde algunos frailes habían atacado la doctrina de Santo Tomás de
Aquino, muerto recientemente.
El beato había nombrado al Doctor Angélico para
ocupar la cátedra de teología en París, ya que San Alberto Magno no quiso
aceptarla. Dos años más tarde, Juan de Vercelli asistió a un capítulo general
en Oxford. Como su predecesor, Humberto de Romanos, el beato se negó a aceptar
la dignidad episcopal y un cargo en la curia romana. También renunció al cargo
de general de la orden, pero su renuncia no fue aceptada, y ejerció ese oficio
hasta su muerte, ocurrida el 30 de noviembre de 1283. Su culto fue aprobado en
1903.
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