Le pondrá por nombre Emmanuel.
Antes de que
nazca Jesús en Belén, Mateo declara que llevará el nombre de «Emmanuel», que
significa «Dios-con-nosotros». Su indicación no deja de ser sorprendente, pues
no es el nombre con que Jesús fue conocido, y el evangelista lo sabe muy bien.
En realidad, Mateo está ofreciendo a sus lectores la clave para acercarnos al
relato que nos va a ofrecer de Jesús, viendo en su persona, en sus gestos, en
su mensaje y en su vida entera el misterio de Dios compartiendo nuestra vida.
Esta fe anima y sostiene a quienes seguimos a Jesús.
Dios está con
nosotros. No pertenece a una religión u otra. No es propiedad de los
cristianos. Tampoco de los buenos. Es de todos sus hijos e hijas. Está con los
que lo invocan y con los que lo ignoran, pues habita en todo corazón humano,
acompañando a cada uno en sus gozos y sus penas. Nadie vive sin su bendición.
Dios está con
nosotros. No escuchamos su voz. No vemos su rostro. Su presencia humilde y
discreta, cercana e íntima, nos puede pasar inadvertida. Si no ahondamos en
nuestro corazón, nos parecerá que caminamos solos por la vida.
Dios está con
nosotros. No grita. No fuerza a nadie. Respeta siempre. Es nuestro mejor amigo.
Nos atrae hacia lo bueno, lo hermoso, lo justo. En él podemos encontrar luz
humilde y fuerza vigorosa para enfrentarnos a la dureza de la vida y al
misterio de la muerte.
Dios está con
nosotros. Cuando nadie nos comprende, él nos acoge. En momentos de dolor y
depresión, nos consuela. En la debilidad y la impotencia nos sostiene. Siempre
nos está invitando a amar la vida, a cuidarla y hacerla siempre mejor.
Dios está con
nosotros. Está en los oprimidos defendiendo su dignidad, y en los que luchan
contra la opresión alentando su esfuerzo. Y en todos está llamándonos a
construir una vida más justa y fraterna, más digna para todos, empezando por
los últimos.
Dios está con
nosotros. Despierta nuestra responsabilidad y pone en pie nuestra dignidad. Fortalece
nuestro espíritu para no terminar esclavos de cualquier ídolo. Está con
nosotros salvando lo que nosotros podemos echar a perder.
Dios está con
nosotros. Está en la vida y estará en la muerte. Nos acompaña cada día y nos
acogerá en la hora final. También entonces estará abrazando a cada hijo o hija,
rescatándonos para la vida eterna.
Dios está con
nosotros. Esto es lo que celebramos los cristianos en las fiestas de Navidad:
creyentes, menos creyentes, malos creyentes y casi increyentes. Esta fe sostiene
nuestra esperanza y pone alegría en nuestras vidas. JAP
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