Las primeras notificaciones sobre el síndrome de
discontinuación a antidepresivos, son del año 1983, pero se torna mucho más
visible, a partir del uso generalizado de los antidepresivos del grupo de los
inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS) y de los
inhibidores de la de recaptación de la serotonina y noradrenalina (IRSN).
El síndrome de discontinuación a antidepresivos, se
caracteriza por la presencia de un grupo de síntomas corporales o físicos y
psicológicos, que ocurren después del uso del antidepresivo (al menos un
mes), en las primeras 24 a 72 horas después de suspender, y en ocasiones,
al reducir las dosis de los antidepresivos pertenecientes al grupo de los ISRS
y a los IRSN.
¿Cuáles son
los síntomas?
En general los síntomas son leves y de corta
duración, pero en algunas ocasiones pueden ser intensos y generar angustia en
los pacientes. Dentro de los síntomas físicos, se pueden presentar mareos,
vértigo, sensación de pérdida del equilibrio y problemas gastrointestinales
como náuseas, vómito, y diarrea.
Adicionalmente, se pueden presentar síntomas
parecidos a los de un cuadro de gripe como lo son: fatiga, dolores musculares,
dolor de cabeza, escalofríos y secreción mucosa en la nariz. Además la persona
puede presentar, parestesias, temblores, insomnio o mucho sueño.
Los síntomas psicológicos del síndrome incluyen:
agitación, intranquilidad, ansiedad, irritabilidad, impulsividad, crisis de
llanto, hiperactividad, disminución de la atención y la concentración,
pensamiento enlentecido y tristeza.
No todos los pacientes presentan estos síntomas,
incluso si se retiró de manera brusca el antidepresivo y cuando se presentan,
no necesariamente se observan todos los síntomas. Un aspecto importante es que
los pacientes no manifiestan un deseo intenso por consumir el antidepresivo.
Factores
asociados a la aparición de esté síndrome
Algunos factores que contribuyen a la aparición de
este síndrome son: la edad, más frecuente en adolescentes y jóvenes, duración
del tratamiento, dosis elevadas, retiro brusco y el tiempo de vida media del
fármaco en la sangre.
Para reducir el riesgo, se debe recordar que no es
conveniente suspender el tratamiento sin la autorización del médico tratante y la
reducción de la dosis debe ser paulatina. Es frecuente que el paciente suspenda
el tratamiento cuando se siente bien y al presentarse los síntomas de
supresión, se interprete como una recaída.
Se debe informar al paciente de los síntomas que se
pueden presentar cuando se retira el medicamento, de manera que se pueda
interpretar de forma adecuada los síntomas y se adecuen las dosis de manera
oportuna. LR
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