Mártir, 24 de Febrero
Elogio: En Nicomedia,
de Bitinia, pasión de san Evecio, que en tiempo del emperador Diocleciano, al
ver expuesto en la plaza el edicto contra los adoradores de Dios, ardiente de
fe rasgó el documento ante todo el pueblo, y por ello fue sometido a crueles
suplicios.
El
Martirologio Siríaco, el más antiguo que se conoce, descubierto en 1884,
menciona en Nicomedia la pasión de san Evecio, el 24 de febrero. Es muy
probable (y esa convicción expresa el elogio del Martirologio Romano actual),
que este mártir sea el anónimo cristiano que evocan Eusebio de Cesarea en su
Historia Eclesiástica y Lactancio en “La muerte de los perseguidores”: «...tan pronto como se promulgó
en Nicomedia el edicto contra las iglesias, uno que no era un personaje oscuro,
sino de los más preclaros, según la estimación de las excelencias de esta vida,
empujado por el celo de Dios, se lanzó con fe ardiente, y después de arrancar
el edicto que se hallaba en lugar visible y público, por considerarlo impío e
irreligioso, lo desgarró, a pesar de haber en la misma ciudad dos emperadores,
el más antiguo de todos [el Augusto Dioclesiano], y el que después de él
ocupaba el cuarto puesto en el gobierno [el César Galerio]. Mas éste fue
el primero de los que en aquella ocasión se distinguieron de esta manera, y
tras sufrir enseguida cuanto era de suponer por tal atrevimiento, conservó la
calma y la tranquilidad hasta su último suspiro.» (Historia
Eclesiástica)
Los hechos a
los que se refiere ocurrieron en Nicomedia en el año 303; no parece tan claro
en la redacción de Eusebio que este intrépido confesor de la fe haya muerto por
ese acto, sino que sólo habla de que sufrió tormentos, ya que ‘conservar la
calma hasta el último suspiro’ puede entenderse de muchas maneras. Sin embargo
Lactancio precisa que este mártir (a quien él tampoco pone nombre) «fue inmediatamente
aprehendido, llevado a juicio, torturado y quemado vivo, en las formas de la
ley. Y luego de mostrar admirable paciencia, fue reducido a cenizas»
(De mortibus persecutorum).
También se ha
sugerido que el mártir al que se refieren Eusebio y Lactancio sea San Jorge, y
por tanto seguiríamos sin saber quién fue san Evecio; sin embargo, el
Martirologio Romano actual se decanta por la identificación.
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