Un golpe de brisa. El tacto de esa
mano -precisamente de esa- en tu brazo. La sonrisa en el cansancio. Aquellas
amapolas que parecían labios. La pureza de un noviazgo apasionado. El paisaje
de los años cuando se remansa en el resplandor de la paciencia. Rezar con tus
hijos o coger caracoles en familia. Ay, y poner esos platos en el lavavajillas.
El amor es un don que se
manifiesta en llegar puntual a una cita, y que se hace más perfecto en las
caricias. Es nuestra libertad, que se entrega hacia el bien de los demás.
También está en el color de la falda de nuestra mujer, o en la camisa bien
planchada del marido. El amor está en el elogio preciso a unos zapatos recién
comprados, o en apagar la televisión cuando todos están a la mesa (¡cómo
cuesta!). Es la ternura de la noche, en un abrazo indisoluble.
Ese enfado repentino -con o sin
razón- también es amor, aunque parezca lo contrario. O ese grito que nace del
cariño. Amor, amor… Amor es trabajar bien, cada uno en su verso, en su mesa, en
su cocina o en sus ladrillos. Es hacer gimnasia con el alma en la calle. Dar
gracias por la belleza, que es tan femenina (en sus formas y en su esencia), y
por las contradicciones diarias que nos hace mejores.
¿Qué es el amor? Es subir al
autobús e imaginar quién puede necesitar de nosotros. Es ceder la alegría de un
piropo o poner el pétalo de una rosa entre las hojas del libro. Es no poner
excusas a lo que nos cuesta. ¡Tantas cosas! Amor es todo. Es el misterio
sagrado de la vida, es comulgar a Dios cada día. Es… no quedarse sólo en las
palabras. GU
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