Existen situaciones que sería bueno poder prever, antes de
que sucedieran. Algo así como que existiera un foquito rojo que se encendiera
ante algún peligro, o como que alguien te gritara: “¡cuidado con el bache!”,
antes de que cayeras en él (claro, siempre que tú tomarás en cuenta ese aviso).
Uno de esos invaluables avisos, sería poder saber hasta dónde
puedes llegar con tu novio o novia (según sea el caso), en los apapachos,
besos, caricias, antes de llegar al home run (como dicen nuestros vecinos del
norte) o a meter la pata, y de verdad rebasar la situación llegando a un punto
sin retorno, al: ‘beso de nunca jamás’.
¿Existirá realmente un instructivo, en donde puedas leer el
capítulo correspondiente a: “¿Pasos seguros para no llegar a una relación
sexual con el novio?” El
instructivo lo traes ya inscrito en tu naturaleza humana y sólo es cuestión de
tomarlo en cuenta. Sé precavido(a), pon
atención y lee tu instructivo: Eres un cuerpo biológico, sientes emociones las
cuales puedes razonar y ordenar libremente, o puedes dejarte llevar sin más por
ellas. Las caricias y los besos
involucran reacciones hormonales, sensaciones y sentimientos, que son
respuestas directas a esos estímulos. Y cuando ya estás metido en esta
dinámica, se vuelve cada vez más difícil (aunque no imposible), darte cuenta
que estás haciendo cosas que te pueden lastimar y pueden lastimar a tu
novia(o), dejándola(o) marcada(o) para siempre.
Partiendo de las diferencias
Si te fijas un poco, verás que las reacciones de un hombre y
de una mujer son bien diferentes. Mira lo que sucede en cada uno con las
manifestaciones de cariño, que van desde las miradas, palabras, abrazos, besos,
caricias... hasta… todo lo que se te pueda ocurrir. Pero no necesitamos ir muy lejos, quedémonos en los
besos:
Hay muchas clases de besos: los besos de cariño que le das a
tus papás, a tus hermanos chiquitos y a tus abuelos, los que le das a tus
amigos y amigas en un momento de emoción y los ‘de cachete’ que usas para
saludar o despedirte de alguien que ni te interesa siquiera. Y hay otros besos,
que definitivamente traen cola y significan: ‘me gustas y espero que yo también
te guste’; ‘te quiero y sé que tú me quieres a mí’; ‘me gusta besarte y quiero
besarte más’. Esos besos sabrosones que siempre soñaste…
El beso en la boca está relacionado con la entrega sexual
(Ojo, decimos solamente: ‘relacionado’). Es más que un simple intercambio de
sentimientos, tiene rasgos de pasión como los que ves en la TV o en el cine;
además de que abres la puerta que te lleva con naturalidad a otras caricias.
La naturalidad también incluye -gracias a Dios- tu
inteligencia (mandas sobre ti mismo, eres libre y puedes elegir cuándo, cómo y
con quién, aunque tu cuerpo a veces te diga ¡aprovéchate, ahora es cuando!) pues
eres diferentes a los animales.
El beso, para las niñas, claro que tiene su parte física (no
son angelitos), pero el significado de amor y ternura que le dan, tiende a ser
sumamente alto. Ellas son más sentimentales y ven todo con mucho romanticismo.
Para los hombres, el asunto es bien distinto. Ellos también
tienen su corazoncito, pero tienen una sexualidad más ‘física’; por eso, para
ellos el beso en la boca se relaciona más directamente con la entrega sexual.
Por eso, es básico tener claridad en las manifestaciones de
cariño y, sobre todo, pensar en lo que puede estar captando la otra persona. En
el caso de las niñas, ellas tienden a ‘romantizar’ todo, pero deben tener los
pies bien puestos en el suelo, sin presuponer que el niño siente lo mismo que ellas.
No es que quiera pintar a los hombres como los malos del
cuento, sino sólo hacer evidentes algunas diferencias reales que no debes
perder de vista.
A un hombre lo excitan físicamente muchas cosas que a la
mujer ni siquiera la inmutan. A él lo puede estimular desde el olor de tu
perfume, que le tomes de la mano, estar contigo en lo oscurito, que te
recuestes en su pecho con afecto, la música y el baile, escenas visuales que
pasan en la TV, revistas, el cine y cosas así. Una vez excitado, le es más difícil
mantener el control de sus respuestas.
Los besos llevan a las caricias y a los contactos físicos… y
éstos, directo a la excitación sexual.
Cuántas niñas hay, que nunca pensaron llegar a las relaciones
sexuales antes del matrimonio, pero que, beso a beso y caricia tras caricia, se
dejaron arrastrar por el proceso de excitación mutua, por los impulsos hormonales
que las empujaron hacia ‘adelante’ y ya nunca pararon… hasta llegar al beso del
nunca jamás, al home run, a ‘eso’ que juraron que nunca harían.
Cuando has permitido que las cosas lleguen ‘demasiado lejos’
es muy difícil que retrocedas y vuelvas a un nivel razonable. Pensar que puedes
parar cuando quieras, es realmente ingenuo, por eso es mejor no empezar algo
que no quieres terminar.
Para ellos y ellas, es verdad: ‘El hombre llega hasta donde
la mujer quiere’; todo es cuestión de platicarlo entre ustedes. Ambos son
dueños de sus vidas y ambos, cada uno con su estilo, debe marcar y conservar
los propios límites, simplemente por respeto a aquél o aquélla, que será tu
futuro(a) esposo(a) y que seguramente ni conoces aún.
El ‘hasta dónde podemos llegar, sin llegar a…’, nadie te lo
tiene que imponer. Debes marcar el límite tú mismo(a), como resultado de
entender conscientemente que tus sensaciones fuera de dominio, te nublarán el
entendimiento y te harán perder el control de lo que quieres y de lo que no
quieres hacer.
Aquí es en donde se pone serio este artículo; si entras con
tu novio(a) en el juego de las caricias y los besos, éstos te irán conduciendo
al acto sexual y puedes transformarte o transformarla, de ‘la novia buena y
prudente’ a ‘la amante caliente y sensual’ en dos segundos. En este juego hay
muchos impulsos, pero muy pocos frenos.
Y, una vez que se cae en las relaciones sexuales por primera vez,
éstas tienden a volverse habituales, cayendo en lo que llamamos promiscuidad.
La promiscuidad comienza en el momento que pierdes el sentido del propio valor,
de tu cuerpo y del respeto. Es dejarte gobernar por las hormonas y en
definitiva, perder tu libertad.
El instructivo acerca del funcionamiento correcto de tu
naturaleza humana, en la que el espíritu debe gobernar a la inteligencia y la
mente al cuerpo, sí existe, no lo puedes ignorar y mucho menos alterar. Eres
diferente a los animales y no puedes funcionar como ellos.
Dejarte gobernar por los impulsos puede ser un error y… hay
errores de los cuales nunca se tendría que aprender por experiencia. ¿Verdad? AF
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