Una nueva investigación ofrece
pruebas contundentes de un vínculo entre la contaminación del aire y el riesgo
de desarrollar demencia.
Un estudio reciente ha
encontrado que las mujeres mayores que respiran aire contaminado por los gases
de escape de los vehículos y otras partículas finas de otras fuentes tienen
casi el doble de probabilidades de desarrollar demencia. Además, los efectos cognitivos
de la contaminación del aire son mucho más pronunciados en las mujeres
portadoras del gen APOE-e4, lo que las pone en mayor riesgo de desarrollar la
enfermedad de Alzheimer.
Un estudio de diez años a
nivel nacional, realizado en los Estados Unidos, exploró la salud cognitiva de
las mujeres de entre 65 y 79 años. Encontró que aquellos que portan el gen
APOE-e4 tienen casi tres veces más probabilidades de desarrollar demencia si se
exponen a altos niveles de contaminación del aire que los portadores de APOE-e4
que no lo son.
Si bien los científicos
siempre han relacionado la contaminación del aire con el asma, las enfermedades
pulmonares y las enfermedades cardiovasculares, el impacto negativo de los
contaminantes del aire en la salud del cerebro acaba de pasar a primer plano.
El estudio antes mencionado proporciona una nueva perspectiva sobre cómo el
smog urbano revuelve el cerebro envejecido.
La investigación analizó una
gran población de mujeres estadounidenses, ratones de laboratorio y tejido cerebral
en placas de Petri para ver si había un vínculo entre el deterioro cognitivo y
las pequeñas partículas de contaminación que emiten los vehículos de motor, las
centrales eléctricas y la quema de productos de biomasa como la madera.
Los tres métodos de
investigación sugirieron que la exposición a altos niveles de contaminantes del
aire aumenta la desorientación y la pérdida de memoria, dos signos de
comportamiento clásicos de la demencia.
Un estudio publicado en 2011
encontró que aquellos que viven cerca de carreteras con mucho tráfico tienen
mucho más riesgo de desarrollar demencia o sufrir un derrame cerebral que
aquellos que no lo hacen. En 2012, un equipo dirigido por el Dr. Samuel Gandy,
investigador de la enfermedad de Alzheimer en Mt. Sinai en Nueva York,
descubrió que los contaminantes del aire inducían la muerte celular, la
inflamación y la acumulación de proteína amiloide en el cerebro de los ratones.
Este nuevo estudio se basa en
estos hallazgos y estima que antes de que la EPA (Agencia de Protección
Ambiental) decidiera establecer nuevos estándares de contaminación del aire en
2012, alrededor del 21% de los nuevos casos de demencia y el deterioro
cognitivo acelerado podrían atribuirse a la contaminación del aire.
La contaminación del aire ha
disminuido constantemente desde 2012. Sin embargo, el Dr. Jiu-Chiuan Chen,
especialista en salud ambiental de la Facultad de Medicina Keck de la USC y
autor principal del estudio, ha declarado que, aunque ha habido una disminución
en los niveles de contaminación del aire en los últimos cinco años, todavía no
está claro si los estándares actuales son seguros para los cerebros que
envejecen o para aquellos cerebros que son genéticamente vulnerables a la
enfermedad de Alzheimer. JQR
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