Ropa liviana, ojotas y afuera.
Ojalá fuera tan simple. En verano, los planes al aire libre obligan a ser
prudente y salir protegido contra dos amenazas: el daño que puede provocar la
exposición al sol y las picaduras de mosquitos que pueden transmitir
enfermedades. Protector solar y repelente, entonces, productos indispensables
en verano para el cuidado de la salud. Pero utilizarlos en forma correcta es
necesario para garantizar la efectividad de ambos.
No sin protestar, niños y niñas se
resignan a que padres y madres los embadurnen y rocíen antes de ir a la
colonia, o como condición para ir a la plaza, a una pileta. Pero muchas veces
ese “ritual” de protección se realiza sin seguir el orden correcto.
¿Primero el protector y después el
repelente? ¿O viceversa? ¿Es indistinto? ¿Se deben aplicar al mismo tiempo o
esperar? Son algunas de las dudas que asaltan con frecuencia.
Para garantizar la efectividad del
protector solar, debe reaplicarse cada 2 horas, luego de cada baño y de
transpirar intensamente. Pero no hay que colocarlo en forma conjunta con el
producto contra los mosquitos: primero se debe aplicar el protector y esperar
30 minutos antes de administrar el repelente, ya que combinados aumentan el nivel
de toxicidad, explica la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).
Los especialistas recomiendan no
rociar los repelentes en aerosol en forma directa sobre la piel de los chicos
ya que podrían llegar a inhalarlo. Aconsejan aplicar el producto sobre la mano
del adulto y luego distribuirlo sobre las zonas expuestas, exceptuando las
áreas debajo de la ropa, alrededor de los ojos, la boca y las manos, para
evitar que lo ingieran.
Sobre la elección del repelente
para utilizar en niños, la SAP sugiere preferentemente los que contienen DEET
(N,N-Diethyl-m-toluamida); los que deberán aplicarse con la frecuencia
especificada en la etiqueta del producto y recién a partir de los 2 o 6 meses
de edad, también estipulado en las advertencias según el nivel de concentración
del principio activo de cada repelente.
Otras medidas para evitar las
picaduras: utilizar prendas frescas, de colores claros, mangas y pantalones
largos (siempre que estén en el exterior) y colocar tul sobre las cunas y
cochecitos, usar mosquiteros en puertas y ventanas. Mientras que eliminar o
colocar boca abajo los recipientes que puedan contener agua estancada (dentro o
fuera de la casa), cambiar el agua de los floreros y bebederos de las mascotas
diariamente, mantener libres de hojas los desagües de los techos y tapar los
tanques de agua son acciones que ayudan a controlar la reproducción de los
mosquitos.
“Si todos llevamos adelante estas
recomendaciones para evitar la propagación de los mosquitos, sin duda estaremos
más protegidos contra enfermedades potencialmente graves como el dengue,
chikungunya, Zika o fiebre amarilla. Además las picaduras pueden generar
lesiones locales, infecciones secundarias y alergia”, advierten desde la SAP. BP
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