En nuestro camino de vida es común encontrarnos con momentos en los que
la fe flaquea. Momentos
en los que todo parece ir bien y cuando menos lo pensamos, renacen las dudas.
Cuando esto suceda debemos buscar los medios para afrontar el sentimiento de
pérdida o confusión y poner manos a la obra.
Estos son algunos consejos que pueden ayudarnos a fortalecer nuestra fe
y regresar a ella.
1. Busca respuestas a tus dudas
Muchos nos hemos encontrado con dudas, pequeñas o grandes. Acerca de
aquello en lo que creemos, y no tiene nada de malo, al contrario, es totalmente
natural. Hay que verlo como una oportunidad para fortalecer nuestra convicción
de fe.
Lo importante aquí, no es el hecho de hacerse preguntas, sino de buscar
respuestas y saber donde hacer la búsqueda, pues no todos los sitios web o
libros tienen la mejor respuesta. Te recomiendo buscar en el Catecismo de la
Iglesia como primera medida, también puedes acercarte a un sacerdote o guía
espiritual para que te ayude a aclarar el panorama o acudir al testimonio de
diversos santos.
2. Pide a Dios que aumente tu fe
Suena un poco obvio, pero en ocasiones olvidamos acudir a Dios en estos
momentos, lo dejamos de lado. En los evangelios encontramos una bella
aclamación dirigida a Él: ¡Señor, creo
pero aumenta mi fe! (Mc 9, 14-29), es una
expresión confiada en que el Señor, en su infinito amor, va a escuchar nuestro
clamor y acrecentará nuestra fe.
No es tan sencillo como parece, pero Dios nunca falla. Podremos estar
atravesando por duras pruebas, pero Él no nos olvida. Busca un momento del día
para dedicarle estas palabras, sincerar tu corazón, reconocerte débil y pedirle
ayuda. Perseverar en la oración, aunque parezca complicado, es un aspecto que
no podemos dejar de lado.
3. Realiza un examen de conciencia
En aquellos momentos en que tambalea la fe, es fundamental hacer una
evaluación de cómo estamos viviendo. Es necesario
saber si este decaimiento espiritual se debe a alguna situación de pecado en
que hayamos caído. Además, es necesario, acercarnos a la confesión, conscientes
de que por medio de ella, recibimos la gracia para ser cada vez más fieles al
Señor.
Erróneamente se cree que realizar un examen de conciencia, se trata de ponernos
en el banquillo de los acusados, pero en realidad, esta es una excelente
herramienta que nos sirve como reflejo de lo que somos en determinado momento.
4. Vive la caridad
No hay mayor alegría en el corazón del hombre que la de poder
demostrar su amor a los demás por medio del servicio. Te
recomiendo acercarte a un centro de salud o una fundación y donar un tiempo de
voluntariado, visitar a un enfermo de tu comunidad, ayudar a alguien que
esté pasando hambre, acompañar a quien se encuentra solo.
Estas son solo algunas formas de entregarnos a otros y una poderosa arma
contra la desesperanza o la desilusión.
5. Busca dirección espiritual
Te recuerdo que no podemos caminar solos, es necesario que haya alguien
que nos acompañe, aliente y corrija en el camino. Buscar dirección espiritual
te ayudará a encontrar la luz del Espíritu Santo, refugiarse en él nos servirá
de bastón en el proceso de fe y conversión.
Si estás pasando por un momento de crisis de fe, una experiencia de
dolor o culpa, o incluso un momento de acción de gracias a Dios, un
encuentro con tu director espiritual es totalmente enriquecedor,
sentirás cómo es el mismo Señor quien te acoge, escucha y aconseja.
6. Recuerda aquellos momentos en que tu fe ha sido más
firme
Es bueno recordar y volver a vivir esos momentos que han permitido que
tu fe crezca y se haga más fuerte, pues en ellos encontrarás las pautas para recuperarte
en este bello camino hacia Jesús. Es importantísimo que nunca
olvides, que no estás solo, sino que tanto la fuerza del Espíritu como la
compañía y apoyo de tus hermanos en la fe, están contigo.
Repite diariamente en tu oración personal: ¡Señor, creo pero aumenta mi
fe! No temamos pedirle con urgencia a Dios que nos socorra. La fe es una
gracia, una gracia que transforma nuestras vidas y la forma en que vemos el
mundo. Como gracia que es, es necesario pedírsela a Dios continuamente. MM
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