Víctimas del fanatismo religioso
En los últimos años, por la eficacia de los medios de comunicación,
hemos seguido de cerca el dolor que la violencia perpetrada a nombre de Dios ha
infligido a personas inocentes de Afganistán, Bangladesh, Bélgica, Burkina
Faso, Egipto, Francia, Alemania, Inglaterra, Jordania, Irak, Nigeria, Pakistán,
Estados Unidos de América, Túnez y Turquía. Como señaló en su momento el Papa
Francisco, se trata de “gestos viles, que usan a los niños para asesinar, como
en Nigeria; toman como objetivo a quien reza, como en la Catedral copta de El
Cairo, a quien viaja o trabaja, como en Bruselas, a quien pasea por las calles
de la ciudad, como en Niza o en Berlín, o sencillamente celebra la llegada del
año nuevo, como en Estambul”. (Discurso, 9 enero 2017)
La raíz del fundamentalismo religioso
Aunque los terroristas utilizan como pretexto la defensa de la Ley de
Dios, la realidad es que tratan de implantar una “voluntad de dominio y de
poder”. Así lo explicó el Papa, y añadió que se trata de una “locura homicida
que usa el nombre de Dios para sembrar muerte”.
Para Francisco, la causa del terrorismo fundamentalista es una “grave
miseria espiritual”, vinculada también a menudo a una considerable pobreza
social. En efecto, nos damos cuenta que entre personas que carecen de toda
oportunidad de desarrollo es fácil hacer una ‘leva’ a nombre de la esperanza de
un mundo mejor, que advendría cuando se acaben los ‘herejes’.
El papel de las autoridades religiosas
Para acabar con esa miseria espiritual que da pie al surgimiento de
movimientos terroristas pseudo-religiosos, se requiere por una parte de mejorar
las condiciones de vida (lo cual corresponde a las autoridades civiles). Por
otra, enseñar los verdaderos valores religiosos (lo cual es cometido de los
líderes espirituales).
Una tarea que corresponde a los dirigentes de las religiones para evitar
la violencia es transmitir aquellos valores religiosos que “no admiten una
contraposición entre el temor de Dios y el amor por el prójimo”. Esto significa
que nunca se puede atacar a los hombres bajo el pretexto de cumplir un mandato
divino. Por eso, con mucha fuerza, en diversas ocasiones, el Papa Francisco ha
hecho “un llamamiento a todas las autoridades religiosas para que unidos
reafirmen con fuerza que nunca se puede matar en nombre de Dios”.
Educación cívica para evitar los fanatismos religiosos
También los poderes civiles tienen una tarea en este tema. En primer
lugar, según explica el Pontífice, les corresponde garantizar en el espacio
público el derecho a la libertad religiosa y, a la vez, fomentar que no se vean
como contrarias la pertenencia social y la dimensión espiritual de sus
ciudadanos.
A las autoridades civiles también les corresponde la responsabilidad de
“evitar que se den las condiciones favorables para la propagación de los
fundamentalismos”. En concreto, deben establecer adecuadas políticas sociales
que combatan las raíces del problema: la pobreza y la desintegración familiar.
Epílogo
Aguardemos el nuevo año con la esperanza de que las religiones vuelvan a
ser factor de paz y unidad, y de que jamás vuelvan a ser utilizadas como
pretexto para el odio.
LFV
No hay comentarios.:
Publicar un comentario