A
Jesús le hicieron muchas preguntas. La gente lo veía como un maestro que
enseñaba a vivir de manera sabia. Pero la pregunta que esta vez le hace un
«letrado» no es una más. Lo que le plantea aquel hombre preocupaba a muchos:
¿qué mandamiento es el primero de todos?, ¿qué es lo primero que hay que hacer
en la vida para acertar?
Jesús
le responde con unas palabras que, tanto el letrado como él mismo, han
pronunciado esa misma mañana al recitar la oración «Shemá»: «Dios es el único
Señor: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda
tu mente, con todo tu ser». A Jesús le ayudaban a vivir a lo largo del día
amando a Dios con todo su corazón y todas sus fuerzas. Esto es lo primero y
decisivo.
A
continuación, Jesús añade algo que nadie le ha preguntado: «El segundo
mandamiento es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Ésta es la
síntesis de la vida. De estos dos mandatos depende todo: la religión, la moral,
el acierto en la existencia.
El
amor no está en el mismo plano que otros deberes. No es una «norma» más,
perdida entre otras normas más o menos importantes. «Amar» es la única forma
sana de vivir ante Dios y ante las personas. Si en la política o en la
religión, en la vida social o en el comportamiento individual, hay algo que no
se deduce del amor o va contra él, no sirve para construir una vida humana. Sin
amor no hay progreso.
Se
puede vaciar de «Dios» la política y decir que basta pensar en el «prójimo». Se
puede vaciar del «prójimo» la religión y decir que lo decisivo es servir a
«Dios». Para Jesús «Dios» y «prójimo» son inseparables. No es posible amar a
Dios y desentenderse del hermano.
El
riesgo de distorsionar la vida desde una religión «egoísta» es siempre grande.
Por eso es tan necesario recordar este mensaje esencial de Jesús. No hay un
ámbito sagrado en el que nos podamos ver a solas con Dios, ignorando a los
demás. No es posible adorar a Dios en el fondo del alma y vivir olvidado de los
que sufren. El amor a Dios, Padre de todos, que excluye al prójimo se reduce a
mentira. Lo que va contra el amor, va contra Dios. JAP
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