¿Alguna vez te preguntaste por qué al hacer ejercicio
te falta el aliento o tienes dificultades para respirar? ¿Cuándo es una
consecuencia natural del esfuerzo físico y cuándo debería preocuparte?
Veamos cómo funciona este proceso y qué hacer para
respirar correctamente.
Puntos clave
·
La frecuencia respiratoria
indica cuantas veces respiramos durante un minuto, y el volumen corriente, la
cantidad de aire que ingresa al respirar.
·
Cuando nos ejercitamos los
músculos necesitan más oxígeno, por lo que la sangre que circula por los
tejidos musculares puede quedarse sin oxígeno y acidificarse.
·
Para que esto no ocurra, el
cerebro aumenta la frecuencia respiratoria, es decir, se respira más rápido y
se incrementa el volumen corriente.
¿Qué
es la respiración?
La respiración es un proceso mediante el cual los
seres vivos intercambian gases con el ambiente. Aunque cumple muchas funciones
vitales para el organismo, la principal es aportar oxígeno a los tejidos y desechar
el dióxido de carbono que originan las células.
No se debe confundir este proceso de respiración,
normalmente llamado fisiológico, con la respiración celular. Esta última es un
conjunto de reacciones bioquímicas mediante las cuales se degradan determinados
compuestos orgánicos en el interior de las células.
¿Cómo
usamos el oxígeno?
Todo comienza con la inhalación, cuando el oxígeno
inspirado desciende por la faringe, laringe y tráquea, hacia los bronquios y
bronquiolos, hasta llegar a los pulmones. El intercambio de gases ocurre en los
alveolos pulmonares, a través de los vasos sanguíneos. Por un lado, el oxígeno
pasa de los alveolos a la sangre, y es transportado hacia los músculos,
específicamente a las mitocondrias, para producir energía. A su vez, el dióxido
de carbono producido por las células pasa de la sangre a los alveolos para ser
eliminado en la fase de espiración. Todo este proceso se conoce como
ventilación pulmonar.
Sin embargo, no todo el aire inhalado se dirige a los
alvéolos para producir el intercambio de gases. Un parte queda sin usar en lo
que se conoce como ‘espacio muerto anatómico’, que incluye la boca, bronquios,
bronquiolos, faringe, laringe, nariz y tranquea. Si se resta al volumen de aire
que entra por la ventilación pulmonar el que queda alojado en el ‘espacio
muerto anatómico’, obtenemos el aire que realmente llega a los alvéolos y es
utilizado. Ese volumen forma parte del mecanismo de ventilación alveolar.
La ventilación alveolar dependerá de distintos
factores, como la forma en que respiramos, la temperatura del ambiente, o el
esfuerzo que realizamos al respirar.
¿Qué
ocurre cuando hacemos ejercicio?
Dos aspectos claves en la respiración son la
frecuencia respiratoria, es decir, cuantas veces respiramos durante un minuto,
y el volumen corriente, que es la cantidad de aire que ingresa al respirar. En
reposo se calcula que respiramos entre 12 y 15 veces por minuto, y, a su vez,
en cada respiración se moviliza alrededor de medio litro de aire. Esto
significa que por minuto podemos mover entre 6 y 7.5 litros de aire. Estos
valores varían según la talla corporal y las características individuales. Todo
eso cambia cuando nos ejercitamos. Bajo esas condiciones, los músculos
necesitan usar más oxígeno para obtener energía y poder cumplir con los
movimientos requeridos. A causa de esto, la sangre que circula por los tejidos
musculares puede quedarse sin oxígeno y acidificarse, poniendo en peligro las
funciones del organismo. Para que esto no suceda, nuestro cerebro recibe
señales de distintos receptores distribuidos por el cuerpo que le indican que
debe aumentar la frecuencia respiratoria, es decir, respirar más rápido. El
volumen corriente también se incrementa, ya que la respiración es mucho más
profunda. Se estima que, al realizar ejercicio o deportes, la frecuencia
respiratoria puede oscilar entre 40 a 50 respiraciones por minuto y el volumen
corriente ser de 3 a 4 litros. Frente a este aumento es que solemos notar las
populares dificultades para respirar normalmente, pero con ello logramos
abastecer a los músculos de suficiente oxígeno y eliminar más dióxido de
carbono. Así, se reduce acidez en sangre generada por los músculos y se
mantiene el pH estable.
Las dificultades para respirar al momento de hacer
ejercicio también pueden deberse a otros factores:
·
Grandes altitudes.
·
Mala calidad del aire.
·
Temperaturas extremas
Enfermedades subyacentes, como alergias, anemia, arritmia,
asma, edema o embolia pulmonar, enfermedad pulmonar obstructiva
crónica (EPOC), hipertensión, insuficiencia cardíaca, obesidad, o
neumonía, entre otras.
Consejos
para mejorar la respiración
Quienes no están acostumbrados a realizar ejercicio
probablemente tendrán mayores dificultades para mantener la respiración. Sin
embargo, a medida que la actividad física se vuelva una parte de la rutina será
más fácil respirar bajo esas condiciones. Recuerda, no debes esforzarte para
lograrlo. Si comienzas a sentir que te falta el aire, detente y relájate hasta
lograr estabilizar tu respiración.
Estos ejercicios pueden ser útiles para mejorar la
fuerza del diafragma y lograr que entre más aire en los pulmones:
·
Respiración profunda: siéntate, relaja los hombros, inhala por la nariz y
exhala por la boca. El abdomen debe moverse hacia adentro y hacia afuera
mientras respiras. Haz repeticiones lentas y pronunciadas.
·
Espiración:
inhala durante 2 o 3 segundos y exhala durante 4 o 6. Así podrás expulsar el
aire atrapado y lograr que haya más espacio para el aire fresco cuando respires
la próxima vez.
·
Ejercicio físico:
los deportes o actividades de alta intensidad pueden dificultar la respiración,
pero otras opciones pueden ser de gran ayuda para aprender a estabilizarla
cuando se fuerzan los músculos, como las caminatas, entrenamientos con pesas, e
incluso yoga y tai chi.
Otro aspecto que debes tener en cuenta para mejorar la
respiración al realizar ejercicios es la elongación o estiramiento. Hazlo
antes y después de la actividad física, y pronto mejorarás tu flexibilidad, así
como el funcionamiento pulmonar.
Si las dificultades para respirar persisten, deberás
consultar a un profesional de la salud cuanto antes. Ellos realizarán exámenes
y determinarán cual es el problema.
También pueden ayudarte a planificar una rutina de
ejercicio acorde a tus capacidades y aconsejarte sobre como evolucionar para
mejorar tu respiración. TV
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