Ante una conversación cara a cara, que se caracteriza entre otras cosas
por ver los movimientos faciales de los interlocutores, el cerebro tiende a
prestar más atención al lenguaje que si la cara estuviera estática, según una
investigación de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y de la Universidad
de Humboldt, Alemania. El estudio, publicado en la revista Cortex, se
realizó con el objetivo de indagar en las particularidades cerebrales de la
comunicación frente a frente para conocer cómo los movimientos faciales de los
hablantes, pueden influir en la comprensión semántica de oraciones.
“Aunque nos pueda parecer que es indiferente, al cerebro le importa
mucho que la persona que nos habla esté delante y podamos verla además de
oírla. En estas circunstancias en las que el contexto social es más rico y
permite recibir información tanto de la mirada como especialmente de los
labios, se presta mucha más atención a cada una de las palabras que
escuchamos”, explicó el Dr. David Hernández Gutiérrez, miembro de la Sección de
Neurociencia Cognitiva del Centro Mixto UCM-ISCIII de Evolución y
Comportamiento Humanos (España)
Sin embargo, lo curioso es que ese efecto no ocurre siempre. Según los
resultados de la investigación, únicamente cuando el lenguaje es sencillo y no
requiere gran esfuerzo comprenderlo, ver la cara en movimiento del interlocutor
aumenta la atención de la persona que escucha, de manera similar a como lo
hacen, por ejemplo, las emociones. “Cuando el contenido del lenguaje es difícil
de entender, el cerebro se centra en los procesos lingüísticos, dejando de lado
la información social que recibe de manera visual”, aclaró el investigador de
la UCM. Esta investigación comprendió tres experimentos con
electroencefalografía, en los que los participantes escuchaban oraciones
acompañadas por el correspondiente vídeo de la persona hablando, o por una
imagen estática de la misma persona, mientras se registraba su actividad
eléctrica cerebral.
Algunas de estas frases eran predecibles, siendo la compresión semántica
sencilla, pero otras eran impredecibles, lo que dificultaba su comprensión. Los
resultados obtenidos mostraron que la comprensión semántica de las oraciones
impredecibles no se vio afectada en absoluto por el dinamismo facial. Sin
embargo, hubo un resultado interesante e inesperado: la actividad eléctrica
cerebral correspondiente a la comprensión de frases predecibles mostró una
actividad peculiar cuando iban acompañadas del vídeo y que no ocurría ante una
imagen estática del hablante.
“Esta respuesta cerebral, caracterizada como una Positividad Posterior
Tardía, era particularmente grande cuando se mostraba la cara completa, y más
pequeña cuando se tapaban los ojos y especialmente la boca. Esto reflejaría un
aumento de la atención en contextos comunicativos realistas, parecidos a una
situación natural de una conversación cara a cara”, señaló el Dr. Hernández
Gutiérrez.
Hasta ahora, la psicología y la neurociencia cognitiva se habían
centrado en la percepción de fonemas o palabras aisladas en la comunicación
cara a cara pero “el lenguaje es mucho más, contiene oraciones que llevan un
mensaje que hay que comprender”, concluyó el experto. Y el cerebro prefiere
entenderlos en persona. BP
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