Obispo, 07 de Febrero
Elogio: En Nola, en la
Campania, san Máximo, obispo, que rigió la Iglesia de esta ciudad en periodo de
persecuciones y, después de una larga vida, descansó en paz.
Todo lo que se puede afirmar sobre la vida de san
Máximo obispo (también llamado Maximiano en algunos catálogos de santos)
proviene de la «Vita» de san Félix de Nola, que fue su presbítero, y por tanto
todos los testimonios se remiten a san Paulino de Nola, quien siglo más tarde
narró esa vida.
Máximo fue el primer obispo de Nola, fundador de la
diócesis, en la Campania italiana, en época en que arreciaba la persecución de
Decio, a mediados del siglo III. En aquellos tiempos la muerte del obispo podía
significar la disolución de la iglesia del lugar, que en muchos casos eran
comunidades pequeñas y frágiles, por estar recién fundadas. San Máximo
entonces, no por miedo a la persecución, sino por preservar a su comunidad,
decidió escapar de la furia persecutoria, huyendo al bosque. Dejó a cargo de
las cuestiones de la diócesis a san Félix, presbítero joven lleno de fuerza y
celo por la fe.
San Félix fue encarcelado, duramente maltratado,
como puede leerse en su biografía, aunque finalmente fue liberado sin que
revelase el sitio donde se hallaba su obispo. Una vez libre fue a buscarlo por
el bosque, pero lo halló medio muerto, desnutrido y sediento: Dios le había
aceptado que se fuera de su sede, pero no le había ahorrado los dolores de la
confesión de la fe. No teniendo nada para reanimarlo, san Félix oró, y al punto
halló milagrosamente un racimo de uvas con el que calmó a la vez la sed y el
hambre de su obispo.
Pasada la persecución, san Máximo retornó a su
sede, pero la vejez y los sufrimientos llevaron a término su vida, por lo que
en algunos catálogos está inscripto como confesor (lo que en la hagiografía
antigua significaba que sufrió por la fe, sin llegar a morir en martirio). No
es posible saber cuándo, en qué fecha y año concreto murió, aunque dentro de la
segunda mitad del siglo III. Dejó encargado como sucesor a Félix, pero este
prefirió declinar, en favor del presbítero más antiguo, san Quinto.
Su cuerpo estuvo enterrado en la iglesia luego
dedicada a san Félix, y una parte de las reliquias fueron también a la iglesia
de Benevento, donde también se extendió la devoción. El papa poeta san Dámaso,
apenas un siglo más tarde, sufrió una grave enfermedad, que le fue curada por
intercesión de san Máximo, ante cuyo cuerpo oró; por este motivo le dedicó uno
de sus famosos epigramas, que testimonian a la vez la santidad del personaje y
la antigüedad de su culto: En el cuerpo, el espíritu, el alma, tan grande
como en su nombre [Máximo significa ‘el más grande’] asociadlo con sus
triunfos al número de los santos de Cristo, porque a los que a ti vienen
solícitamente atiendes y nadie que triste se te acerca retorna con
padecimientos. A ti, Caudillo, yo, guardado de la muerte, cuyos lazos rompí, acabados
los enemigos, que habían dicho falsedades, con versos este suplicante Dámaso te
paga su voto.
El episcopologio oficial de la diócesis de Nola lo
registra como segundo obispo, de inicios del siglo II, no de mediados del III,
tras el legendario fundador, san Félix mártir (a quien se lo confunde con el
san Félix mencionado en esta nota); sin embargo ese episcopologio se hace eco
de noticias que adelantan un siglo la prestigiosa fundación de la diócesis,
pero son hasta tal punto legendarias, que no sólo no se reflejan en el actual
Martirologio Romano, sino que el propio historiador que introduce en el web de
la diócesis la noticia histórica, las rechaza.
La fecha de celebración oscila en los distintos
testimonios antiguos entre el 15 de enero y el 7 de febrero, sin que sea
posible saber realmente cuál fue su fecha de muerte. El Martirologio actual ha
preferido el 7 de febrero por considerar que está mejor apoyado en los
testimonios.
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