Se dice
que los dinosaurios se extinguieron porque evolucionaron por un camino
equivocado: mucho cuerpo y poco cerebro, grandes músculos y poco conocimiento.
Algo
parecido amenaza al hombre que desarrolla en exceso su atención hacia el éxito
material, mientras su cabeza y su corazón quedan cada vez más vacíos y
anquilosados. Quizá gozan de un alto nivel de vida, poseen notables cualidades,
y todo parece apuntar a que deberían sentirse muy dichosos; sin embargo, cuando
se ahonda en sus verdaderos sentimientos, con frecuencia se descubre que se
sienten profundamente insatisfechos. Y la primera paradoja es que ellos mismos
muchas veces no saben explicar bien por qué motivo.
En algunos
casos, esa insatisfacción proviene de una dinámica de consumo poco moderado.
Llega un momento en que comprueban que el afán por poseer y disfrutar cada día
de más cosas sólo se aplaca fugazmente con su logro, y ven cómo de inmediato se
presentan nuevas insatisfacciones ante tantas otras cosas que aún no se poseen.
Es una especie de tiranía (que ciertas modas y usos sociales facilitan que uno
mismo se imponga), y hace falta una buena dosis de sabiduría de la vida para no
caer en esa trampa (o para salir de ella), y evitarse así mucho sufrimiento
inútil.
En otras
personas, la insatisfacción proviene de la mezquindad de su corazón. Aunque a
veces les cueste reconocerlo, se sienten avergonzadas de la vida que llevan, y
si profundizan un poco en su interior, descubren muchas cosas que les hacen
sentirse a disgusto consigo misma (y eso les lleva con frecuencia a maltratar a
los demás, por aquello de que quien la tiene tomada consigo mismo, la acaba
tomando con los demás).
En cambio,
quien ha sabido seguir un camino de honradez y de verdad, desoyendo las mil
justificaciones que siempre parecen encubrir cualquier claudicación (“lo hace
todo el mundo”, “se trata sólo de una pequeña concesión excepcional”, “no hago
daño a nadie”, etc.), quien logra mantener la rectitud y rechazar esas
justificaciones, se sentirá habitualmente satisfecho, porque no hay nada más
ingrato que convivir con uno mismo cuando se es un ser mezquino.
Otras veces,
la insatisfacción se debe a algún sentimiento de inferioridad. Otras, tiene su
origen en la incapacidad para lograr dominarse a uno mismo, como sucede a esas
personas que son arrolladas por sus propios impulsos de cólera o agresividad,
por la inmoderación en la comida o la bebida, etc., y después, una vez
recobrado el control, se asombran, se arrepienten y sienten un profundo rechazo
de sí mismas.
También las
manías son una fuente de sentimientos de insatisfacción. Si se deja que
arraiguen, pueden llegar a convertirse en auténticas fijaciones que dificultan
llevar una vida psicológicamente sana. Además, si no se es capaz de afrontarlas
y superarlas, con el tiempo tienden a extenderse y multiplicarse.
Algo parecido
podría decirse de las personas que viven dominadas por sentimientos
relacionados con la soledad, de los que suele costar bastante salir, unas veces
por una actitud orgullosa (que les impide afrontar el aislamiento que padecen y
se resisten a aceptar que estén realmente solas), otras porque no saben adónde
acudir para ampliar su entorno de amistades, y otras porque les falta talento
para relacionarse.
Incluso
personas con una intensa vida social también pueden sentirse a veces muy solas
e insatisfechas: quizá porque su exuberante actividad puede ser superficial y
encubrir una soledad mal resuelta; o porque sus contactos y relaciones pueden
estar mantenidos casi exclusivamente por interés; o porque son personas de fama
o de éxito, y perciben ese trato social como poco personal, o como adulación;
etc. Y también puede suceder lo contrario, y una soledad puede ser sólo
aparente: hay personas que creen importar poco a los demás, y un buen día
sufren algo más extraordinario y se sorprenden de la cantidad de personas que
les ofrecen su ayuda (la satisfacción que sienten entonces da una idea de la
importancia de estar cerca de quien pasa por un momento de mayor dificultad).
En cualquier
caso, saber de dónde provienen los sentimientos de insatisfacción es decisivo
para abordarlos con acierto y así gobernar con eficacia la propia vida
afectiva. AA
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