Existe una popular analogía filosófica usada para
comprobar que todas las religiones son caminos válidos para describir a Dios. Muchos profesores de religión la utilizan pues equipara todas las
religiones y hace que se vean como si todas tuvieran la misma ‘verdad’ sobre
Él.
La
analogía es esta:
Hay cuatro hombres ciegos que descubren un elefante (pero obviamente ellos
no lo ven). Dado que los hombres nunca se han encontrado con un elefante van a
tientas alrededor de este buscando entender y describir este nuevo fenómeno.
Uno agarra la trompa y concluye que es una serpiente. Otro explora una de las
patas del elefante y lo describe como un árbol. El tercero encuentra la cola y
anuncia que es una cuerda. Y el cuarto hombre ciego, después de descubrir un
lado del elefante, concluye que es (a pesar de todo lo que han dicho los otros
ciegos), una pared.
Analogía
del elefante
Cada uno de estos ciegos describe la misma cosa:
un elefante, pero lo hacen de forma radicalmente diferente.
De acuerdo con muchos esta es la analogía a las distintas religiones en el
mundo… Todas describen lo mismo pero en formas diferentes. Por lo tanto se debe concluir que
ninguna religión individual tiene el monopolio de la verdad, sino que todas
deben ser vistas, en esencia, como igualmente válidas. Esta es una imagen
poderosa y provocativa y, ciertamente captura algo de la verdad.
Si Dios es infinito y nosotros somos finitos es razonable creer que ninguno
de nosotros puede captar plenamente su naturaleza. ¿Pero esta analogía filosófica demuestra la verdad de que todas las
religiones conducen a Dios? Para concluir que no, consideraremos
varios puntos…
1. El
punto en materia: el elefante. Lo que los ciegos están tratando de describir es, de hecho algo que
existe: un elefante, no otra cosa. Haciendo la analogía podríamos de igual modo
afirmar: Dios existe, es una cuestión de hecho. Es como preguntarse si Abraham
Lincoln fue alguna vez presidente. Si es así es verdad independientemente si
alguien lo cree o no, y sería un error negarlo. Así, todas las opiniones sea de
elefantes o de la naturaleza de Dios, no son iguales.
2.
Todos los hombres ciegos están equivocados: Es un elefante y no una pared, o una cuerda, o un árbol o una culebra. Sus
opiniones no son verdaderas, son igual y realmente falsas. Por eso, la analogía
sobre el pluralismo en todas las religiones, no es verdadera.
3. Lo
más importante: esta analogía filosófica no contiene ninguna
revelación especial. Si un quinto hombre llegara a la escena (un hombre que pudiera ver, y que
fuera capaz de demostrarlo), y que está ahí para describir que el elefante es
un elefante, nos obligaría a todos a cambiar totalmente el significado de la
analogía.
Jesucristo es el único entre todos los líderes
religiosos de la historia que afirmó ser el ‘quinto hombre’ la definitiva
revelación de Dios (y lo pudo comprobar con su
muerte y resurrección). Sin embargo muchas personas vieron sus milagros, lo
oyeron declarar que era Dios pero se sintieron ofendidas y no creyeron: “Por
esta causa, los judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo violaba el
día de reposo, sino que también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose
igual a Dios” Juan 8,15.
Jesús, sin embargo nos invitó a creer en Él, no
para demostrarnos nada sino para responder a nuestra búsqueda de Dios
“Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en
mí cree, no tendrá sed jamás” Juan 6,35. LR
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