Los adultos mayores fueron los primeros en contraer el SARS-Cov-2, los
primeros en enfermar gravemente cuando aún no sabíamos qué era la COVID-19, y
los primeros en cumplir los aislamientos decretados por los gobiernos en el
inicio de la pandemia. El coronavirus los atacó con virulencia, por eso fueron
y son parte de los grupos de riesgo en las campañas de vacunación.
Según un estudio elaborado por el Observatorio Humanitario de Cruz Roja
Argentina, la pandemia hizo estragos en los mayores: son el grupo que más tuvo
que resignar contacto social presencial, aumentaron la ingesta de medicamentos
y psicofármacos, y además, recibieron maltrato en lugares públicos sólo por
hecho de tener más edad.
La investigación abarcó 1.787 personas mayores de 65 años, en 20
provincias de la Argentina, y formó parte de un programa integral a través del
cual el Observatorio Humanitario de la Cruz Roja para detectar los efectos de
la pandemia en diversos grupos sociales.
La Cruz Roja elaboró un Índice de Bienestar de Adultos Mayores (IBAM),
en función del nivel de satisfacción individual en cinco áreas clave de la vida
cotidiana: Alimentación; Afecto y Cariño; Salud; Economía; y Recreación. En la
Argentina, el índice de Bienestar promedio resultó de 5,2 en una escala del 1
al 10, donde el 1 representa el nivel más bajo y el 10, el más alto. Este
índice descendió a medida que aumentó la edad de los encuestados y fue menor en
regiones urbanas densamente pobladas como el AMBA (4,9). Alejarse de las
grandes ciudades, ser parte de una familia y tener hijos y/o nietos mejoró la
percepción de bienestar.
«Existe una correlación entre el estado general de salud y el nivel
socioeconómico: la salud es mejor evaluada entre los niveles medios y altos. A
su vez, tener hijos y vivir fuera del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA)
condicionan positivamente la salud de las personas encuestadas», señaló Rodrigo
Cuba, Subsecretario de Desarrollo Humano de Cruz Roja Argentina, y agregó: «El
estudio no nos sorprendió, pero nos permitió detectar posibles áreas de
acción».
«Se muestra con claridad que muchos de los adultos mayores necesitan
encontrar el modo de recuperar sus lazos sociales y sus salidas cotidianas en
la medida de lo posible. Por supuesto, se debe reforzar el apoyo en aquellos
que pertenecen a estratos sociales más bajos, con insatisfacción de sus
necesidades básicas. También es necesario revisar el trato que muchas veces
tenemos hacia ellos como sociedad, para ayudarlos a superar las dificultades de
la pandemia», destacó Cuba.
Uno de los principales pilares del bienestar es el aspecto lúdico, la
conexión con los cosas grandes o pequeñas que producen placer, según el estudio
la recreación fue uno de los aspectos más impactados por la pandemia. Un 56% de
los adultos mayores declararon que están poco o nada satisfecho con su
situación. Mientras que un 72% de los encuestados solía encontrarse con amigos
de manera presencial o virtual antes de la pandemia, este porcentaje bajó al
33% en la actualidad. Por otro lado, un 44% realiza menos actividad física que
antes y también cayó el porcentaje de los que hacen actividades artísticas, de
un 30% a un 12% en la actualidad.
El miedo al contagio, sumado a la ansiedad sobre el estado la salud de
los familiares y la incertidumbre por las medidas sanitarias restrictivas
generaron un fuerte impacto en la salud mental de los mayores. El informe
reveló que la pandemia generó un mayor consumo de tranquilizantes, ansiolíticos
y sedantes, la proporción subió de 28% a 37%.
La investigación reveló una situación a veces silenciada, el trato
social que reciben los mayores: un 37% de los encuestados dijo haberse sentido
maltratado durante los últimos años en al menos un lugar por ser adulto mayor.
En especial, en oficinas públicas (23%) y en consultorios, hospitales o
clínicas (19%).
El informe fue elaborado por la Cruz Roja Argentina, una asociación
civil integrante del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media
Luna Roja, la red humanitaria más grande del mundo. Su misión es contribuir a
mejorar la vida de las personas en situación de vulnerabilidad. BP
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