La infección urinaria constituye uno de los problemas
más frecuentes en nuestro país, sumado a los largos periodos de restricciones y
a la falta de controles con los profesionales algunos cuadros como dolor,
ardor, orinar frecuentemente puede agravarse y volverse crónicos. Especialistas
del Hospital de Clínicas hacen algunas recomendaciones para prevenir cuadros
más graves como infección en los riñones que provoca fiebre elevada, náuseas y
vómitos.
“Habitualmente los motivos de consulta suelen ser
el ardor o el dolor al orinar, la sensación imperiosa y constante de orinar,
orinar frecuentemente y en pequeñas cantidades, o al terminar de orinar sentir
que no se vació totalmente la vejiga. También es frecuente el dolor abdominal o
pelviano y la orina turbia, oscura, con olor fuerte o con sangre. Cuando la
infección alcanza los riñones aparece el dolor de espalda, la fiebre elevada, y
se pueden agregar náuseas y vómitos. En las mujeres no es infrecuente la
infección urinaria recurrente, que puede tener épocas de recrudecimiento con
temporadas sin síntomas. Algunas personas tienen factores que los predisponen a
contraer infecciones urinarias, como la litiasis, la hiperplasia prostática
benigna, una sonda vesical, el haber recibido antibióticos por otras causas en los
días previos, el antecedente de haber tenido cirugías urológicas, los niños que
nacen con malformaciones del árbol urinario o los pacientes
inmunocomprometidos”, comenta la Dra. Florencia Fulco de la División Urología
del Hospital de Clínicas.
“El sistema urinario está conformado por un conjunto de
órganos que se ocupan, primero, de depurar la sangre para eliminar sustancias
tóxicas, y a continuación, de almacenar la orina hasta que llegue el momento
socialmente correcto de expulsarla. Una infección urinaria es justamente una
infección que puede afectar a cualquiera de esos órganos: los riñones, los
uréteres, la vejiga o la uretra. De ellos, los más frecuentemente afectados son
la uretra y la vejiga. El sistema genital está íntimamente relacionado con el
sistema urinario ya que algunas estructuras son compartidas, y por eso, cuando
los gérmenes afectan a otras estructuras como los testículos o la próstata
también hablamos de infección urinaria. Los gérmenes suelen ascender de manera
retrógrada, es decir, desde el exterior a través de la uretra. La uretra
femenina es más corta que la masculina (4 y 16 cm respectivamente) y además
está más cerca del ano; por esto es que las infecciones urinarias son más
frecuentes en ellas. La otra vía de acceso al aparato urinario que tienen los
gérmenes es desde la sangre. Este tipo de infecciones son más raras, suelen ser
más graves y aparecen en pacientes con antecedentes médico”, advierte la Dra.
Fulco.
“El 4 al 10% de las embarazadas pueden presentar bacteriuria asintomática,
es decir, presencia de bacterias en la orina pero sin los síntomas
característicos de una infección, y si esa bacteriuria no es tratada, hasta el
60% desarrollarán una infección urinaria baja o una pielonefritis, con todo el
riesgo obstétrico que ello implica. Los pacientes diabéticos tienen 2 a 3 veces
más riesgo de padecerlas que la población general. Más del 50% de las mujeres
padecerán algún episodio de infección urinaria a lo largo de su vida; en
algunas mujeres las relaciones sexuales pueden desencadenar una infección, pero
no es necesaria la actividad sexual para padecerla. También la menopausia es
una etapa en la que las infecciones urinarias aparecen con mayor frecuencia,
debido a que la disminución del estrógeno disminuye el grosor y funcionamiento
del epitelio de la vejiga y de la uretra. Los varones tienen dos picos de mayor
incidencia: antes del año de vida, por las malformaciones del árbol urinario, y
luego de los 50, esto relacionado a los problemas prostáticos. Las mujeres en
cambio sufren más cantidad de infecciones entre los 18 y los 39 años, asociado
al período de mayor actividad sexual. En mujeres, la tasa de recurrencia dentro
de los primeros 6 meses de resuelta la infección es del 27% y un 2,7% sufrirán
una segunda recurrencia”, informa la profesional del Clínicas.
En los varones entre los 18 y los 65 años la tasa de infecciones
urinarias es menor al 1%. Pero luego de esa edad, la incidencia se equipara en
ambos sexos. Pueden llegar al 30% y en su mayoría están asociados a problemas
de la próstata. También es común que en esos cuadros se asocie una
“orquiepididimitis”, que es la afección del testículo y el epidídimo por ese
mismo germen. El 10-12% de los varones tendrán alguna infección urinaria a lo
largo de su vida.
Cómo
tratar la infección urinaria
“El primer estudio que corresponde pedir ante la sospecha clínica de una
infección urinaria es un análisis de orina o sedimento urinario, que en general
se informa en el momento, y además un urocultivo, que suele demorar alrededor
de 72 hs. La orina puede estar contaminada por defectos durante la toma de la
muestra. Entonces el laboratorio realiza el recuento de ‘unidades formadoras de
colonias’ o ‘UFC’: cuando el valor de este recuento es inferior a 106 UFC no
hablamos de infección sino de ‘contaminación’, y eso no merece tratamiento,
pero cuando supera ese valor el diagnóstico está hecho. Otro dato importante de
este análisis es el antibiograma. El laboratorio prueba varios antibióticos
contra ese germen e informa cuáles son efectivos contra esa bacteria y cuáles
no. Hoy en día esta información es muy importante, porque los gérmenes
desarrollan cada vez más resistencia a los antimicrobianos. En algunos
pacientes, dependiendo del cuadro clínico, además del análisis de orina debemos
solicitar otros estudios, como por ejemplo una ecografía o un análisis de
sangre”, dice la Dra. Fulco.
La bacteria responsable en el 75% de las infecciones urinarias es la
Escherichia Coli, un tipo de germen habitualmente encontrado en el tracto
gastrointestinal. A ella le siguen en orden de frecuencia las Klebsiellas
(7,5%), los estafilococos (6%), otras enterobacterias (4,7%) o Proteous (4,7%).
“Ya con el sedimento urinario alterado se debe dar
inicio al tratamiento empírico con un antibiótico. Empírico significa que se
indica un antibiótico que cubre a los gérmenes que más frecuentemente generan
estas infecciones. A las 72 hs, cuando el antibiograma indique la sensibilidad
exacta de ese germen, se indicará o bien seguir con el tratamiento ya iniciado,
o cambiar por otro antibiótico más adecuado. Dependiendo del germen, del estado
del paciente y del tipo de infección urinaria, el antibiótico se puede
administrar por boca o de manera endovenosa o intramuscular”, recomienda la
profesional.
Año a año se detectan más bacterias uropatógenas resistentes a los
antibióticos de uso habitual: por ejemplo, del 10 al 30% de las E Coli son
resistentes a las quinolonas (la ciprofloxacina es la más utilizada de ese
grupo de antibióticos). Sin embargo, cuando una infección es tratada a tiempo y
con el antibiótico adecuado, es raro que se produzcan complicaciones como el
daño renal, el parto prematuro o la urosepsis, que es un cuadro más complejo
porque las bacterias pasan a la sangre.
Por último, la Dra. Fulco nos dice que “es posible adoptar algunas
medidas para prevenir una infección urinaria. No garantizan que una persona no
se enferme, por supuesto, pero podrían colaborar en la disminución de la
aparición. Entre las principales podemos mencionar algunos hábitos como beber
abundante agua ya que eso arrastra gérmenes, limpiarse los genitales de
adelante hacia atrás y orinar luego de las relaciones sexuales. Los arándanos
podrían fortalecer la inmunidad del árbol urinario. Si bien esto no está
acabadamente confirmado por los estudios, tampoco tiene efectos colaterales”. BP
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