El
término AVD (Actividades de
la Vida Diaria) son un conjunto de tareas que realizan los
individuos de forma diaria, que les permite vivir de forma autónoma e integrada
en su entorno y cumplir sus roles dentro de la sociedad. Son actividades que se
presumen necesarias para vivir de manera independiente midiendo el nivel de
adaptación al entorno. El origen del término AVD surge dentro del ámbito de la
salud.
Dichas
actividades, varían entre las acciones esenciales para la supervivencia como
alimentarse y dormir, hasta tareas más complejas de autocuidado e
independencia, como hacer las compras, cocinar o usar el teléfono. Así también
todas las actividades relacionadas con el ocio, el tiempo libre y la diversión
y aquellas relacionadas con el ámbito laboral.
Algunos ejemplos:
Actividades básicas de la vida
diaria (ABVD): alimentación, aseo, control de esfínteres, vestirse,
desplazamiento y movilidad personal y descanso.
Actividades instrumentales de
la vida diaria (AIVD): utilizar distintos sistemas de comunicación
(escribir, hablar por teléfono); movilidad (manejar, uso de medios de
transporte); mantenimiento de la propia salud (ir al médico, hacerse exámenes);
administración de la medicación, manejo del dinero (compras); cuidado del
hogar; cuidado de otros, respuesta ante emergencias.
Actividades avanzadas de la
vida diaria (AAVD): no son imprescindibles para mantener la
independencia, pero se relacionan con el estilo de vida de la persona:
educación, trabajo, recreación, actividades grupales, reuniones, viajar, etc.
Estas AVD,
a medida que avanzamos en el tiempo, se tornan cambiantes. Los años nos van
transformando, nuestros cuerpos pierden tonicidad, reflejos, capacidad de
reacción y es así que las actividades que son rutinarias para nuestra vida se
tornan cada vez más y más complejas.
Para
poder llegar en las mejores condiciones, es preciso llevar una metodología en
la vida para que estemos mejor adaptados a los cambios. El mantenimiento de
hábitos saludables, en particular llevar una dieta equilibrada, realizar una
actividad física periódica y abstenerse de fumar ayudan a reducir el riesgo de
enfermedades.
En
la vejez conservar esos hábitos es también importante. El mantenimiento de la
masa muscular mediante entrenamiento y una buena nutrición pueden ayudar a
preservar la función cognitiva, retrasar la dependencia y revertir la
fragilidad. Pero cuando no ha sido así, debemos buscar la movilidad articular,
de tal modo que los ejercicios cuiden las articulaciones, minimicen el roce o
choque articular y seamos más flexibles. Además, seguir una dieta balanceada y
mantener la mente ocupada con actividades de vinculación, grupales, y juegos
mentales, nos facilitará la vida. Cuidar la postura es cuidar la salud. MBG
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